El llamado de Dios
Mensajes Cristianos
Prédica de Hoy: El llamado de Dios
Mensajes Cristianos para Predicar Texto Bíblico: “El espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel”. Isaías 61:1
Introducción
Hay dos llamados de Dios que son indispensables en nuestra vida y que no podemos ignorar. El primero de ellos es cuando Jesús nos llama para seguirlo, cuando dejamos de lado nuestra vida de pecadores y elegimos seguir a Jesús y entregarle nuestra vida para siempre.
El segundo llamado lo hace cuando ya estamos en el cuerpo de Cristo, cuando ya tenemos conocimiento de la palabra y hemos crecido espiritualmente, cuando ya hemos aprendido y tomado de lo que el Señor mismo nos ha dado.
Este segundo llamado de Dios es una responsabilidad que Él ha delegado para Sus hijos de Dios. Esto requiere un gran compromiso de parte de nosotros, requiere que seamos fieles a Dios, que seamos consagrados, limpios; que estemos dispuestos a ir hasta el fin del mundo para hacer su voluntad.
Este llamado de Dios es el de servir a la personas, el de ayudarlas, consolarlas, y sobre todo, hablarles de Jesús, de su amor y misericordia. Contarles a otros lo que Jesús ha hecho en nosotros y lo que puede hacer con ellos. Para esto nos ha llamado el Señor, para dar a otros de lo que él nos ha dado. Porque este mundo necesita conocer del amor de Jesús y de todo lo que él está dispuesto a darnos.
I. El llamado de Dios es nuestra decisión
Este llamado de Dios nos hace no lo toma cualquiera. Solo los valientes pueden atender a su llamado. Todos podemos escucharlo, pero muy pocos responden. Ya sea porque no sienten que deban hacerlo, porque se salen del camino, o solamente quieren recibir y no desean dar a otros.
Todos somos llamados por Dios para esta gran labor. Pero a muy pocos se les ha dado la responsabilidad de realizarlo; “porque muchos son llamados, y poco escogidos” (Mateo 22:14). Depende solamente de nosotros si queremos hacerlo de todo corazón, si queremos dar a otros y no quedarnos en un lugar, esperando a que las cosas nos lleguen. Podemos tomar, guardar y dar a otros lo que Dios nos ha regalado.
Una vez escuché una frase de una canción que decía: “¿Cómo amar al prójimo desde el sillón, si Dios dejó su trono por amor?” Y creo que es totalmente cierto, creo que no podemos parar la obra que Jesús mismo empezó cuando estuvo aquí en la tierra. Antes de irse, les dijo a sus discípulos que debían ir por todas partes y predicar sobre la palabra de Dios. Ese mandato no se quedó en el pasado, todavía hoy en día Jesús nos está llamando a hacer lo mismo.
Y nosotros somos quienes decidimos si cumplir de todo corazón con este gran propósito o ignorarlo por completo.
II. Ignorar el llamado de Dios
Una de nuestras opciones es ignorar ese llamado. Es un privilegio que Dios mismo nos llame para una labor de suma importancia, que no es para cualquiera. Aun así, Dios decide escogernos a nosotros para cumplir con esa misión, y depende de nosotros si la llevamos a cabo o no.
No creo que nosotros viendo todo lo que hemos visto, escuchando todo lo que hemos escuchado y sentido todo lo que hemos sentido a través de Dios y su palabra, no tengamos la intención de impartir todas esas bendiciones y esas palabras que Dios nos ha entregado a nosotros. No podemos ser egoístas y vivir felices y bendecido, cuando afuera hay dolor, angustia y aflicción.
Fuimos llamados a ser luz para la tierra (Mateo 5:14), fuimos llamados para fastidiar a las tinieblas. Fuimos llamados para que los que están en oscuridad puedan ver la luz de Jesús que brilla en nosotros. Para esto fuimos llamados, para que los que están perdidos puedan hallar el camino a casa. Ahora bien, si ignoramos este llamado de suma importancia, nunca sabremos qué personas pudimos haber ayudado y salvado.
III. Respondiendo al llamado de Dios
Por otra parte, podemos tomar esta gran responsabilidad, pero más que una responsabilidad es un honor. Es un honor que Dios mismo nos escoja y decida entregarnos una tarea muy importante tanto para él como para nosotros. Él ha dejado personas a nuestro alrededor con el fin de que impactemos sus vidas y las traigamos a los pies de cristo, con el mismo amor con el que él nos ha tratado.
Si lo respondemos, Dios estará mirando nuestro trabajo y depositando fe en nosotros y en qué podemos hacer esto con amor y dedicación. Esto no es cualquier cosa. Este es el trabajo de toda nuestra vida, para esto nos ha preparado el Señor todo el tiempo.
No significa que vaya a ser fácil, no significa que no vayan a haber pruebas. Habrá gente que nos ignore, nos insulten o nos persigan por causa de nuestra fe y por la obra de Cristo (Mateo 5:10). Seremos recompensados por nuestra labor y tendremos galardones en el cielo que serán entregados a nosotros. Por amor Jesús vino, por amor sirvió a otros, y por amor murió para salvar a sus amigos.
El llamado de Dios conclusión
Dios nos está llamando, quiere entregarnos uno de los privilegios más grandes que tenemos, y es servirle a él y servir a otros. No basta con servir en la iglesia, basta con que ganemos almas para Cristo. Basta con que ayudemos al necesitado y levantemos al que está caído. Basta con que ayudemos a transformar la vida de alguien; con eso basta. Nunca nos olvidemos que nosotros somos la sal del mundo.
Tenemos esta gran elección de servir a otros, de hacerlo con amor y pasión como Jesús lo hizo, pero esto solo depende de ti y de mí. No nos conformemos a recibir, “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
No olvides que Jesús mismo se hizo humilde, para demostrarnos y ser un ejemplo vivo de quienes podemos ser y en cómo debemos ser con otros. Su ejemplo siempre fue de amor y servicio con todas las personas. Eso es lo que Él también espera que hagamos.
¿Responderás a su llamado?
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.
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