No os conforméis…
Yo no sé cuantos de ustedes son aficionados del fútbol Americano, pero recientemente hubo un juego de campeonato entre los Greenbay Packers y los Seattle Seahawks que dejo a todo aficionado del deporte completamente atónito. ¿Cuántos vieron el juego? Bueno, para aquellos que no vieron el juego, permítanme hacerles un breve resumen de lo que sucedió.
Primeramente deseo que sepan que el equipo de Seattle jugó extremadamente mal durante los tres primeros periodos del juego; la realidad es que el equipo demostró completa ineficiencia ofensiva durante todo el partido.
Pero a pesar de que ellos no habían jugado debidamente, y que en el cuarto periodo del juego estaban perdiendo 19 – 7, y que sólo quedaban alrededor de cuatro minutos para el final del partido, ellos no se dieron por vencidos, sino que continuaron sin descorazonar, entregando el 100% de ellos al juego.
Tanto mi esposa, mi hija, y yo nos quedamos completamente sorprendidos con lo que sucedió. Y lo que sucedió solo puede describirse como lo describió el quarterback, (el que lanza el fútbol), Russell Wilson que durante las entrevistas después del juego, llorando, le atribuyo todo lo que había sucedido a Dios, él dijo: “Dios fue quien permitió que esto sucediera; Dios es muy bueno, Dios es bueno siempre”.
Bueno, lo que sucedió fue que con solo ese pequeño tiempo de duración que quedaba, el equipo de Seattle logró hacer lo que no había hecho durante todo el juego; la ofensiva revivió, y empataron el juego.
El empate del juego causó que entrarán en tiempo extra, y en el periodo de tiempo extra anotaron otra vez, y ganaron el campeonato de la NFC, y hoy jugarán en el Superbowl (el juego de campeonato de la Liga Nacional de Fútbol, jugado anualmente entre los campeones de la Nacional y de las Conferencias del fútbol americano).
La realidad es que fue un juego sensacional, y todo aquel que apago el televisor o cambio de estación al ver que era el cuarto periodo, con solo cuatro minutos en el tiempo oficial del juego, pensando que no había esperanza alguna de que Seattle ganara, están completamente arrepentidos de haberlo hecho.
¿Por qué les he dicho todo esto? No se los he dicho porque deseo promocionar el deporte, o porque yo sea un gran fanático de este o de otros deportes; pero la realidad es que lo que le sucedió al equipo de Seattle refleja muy bien lo que le sucede a un gran número de cristianos.
Digo esto porque existe un gran número de cristianos que están atravesando por momentos difíciles en su vida, y que todo aparenta estar perdido, pero la realidad es que Dios nunca abandona a un cristiano fiel, y siempre esta dispuesto a fortalecernos, levantarnos, y entréganos la victoria.
¿Cuántos desean obtener la victoria sobre toda situación? No creo que exista una persona que no desee recibir la victoria, pero para poder recibir la victoria que Dios desea entregarnos, tenemos que hacer como hicieron los futbolistas de Seattle.
Ellos se entregaron al juego al 100%, dando lo mejor de ellos; los cristianos tenemos que entregarnos a Dios al 100%, y darle lo mejor de nosotros. ¿Quieres ser vencedor? En la predicación de hoy te demuestro tres pasos a seguir para que logres este objetivo. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
1 Pedro 1:13-16 – Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Lo primero que la palabra de Dios nos dice es: “…Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado…” Deseo que enfoquemos nuestra atención brevemente en la palabra ceñid.
La palabra ceñid es una traducción de la palabra griega “ἀναζώννυμι” (pronunciación: anat-zono-me), y parte de su definición es: estar preparados [1]. ¿Qué les quiero decir con esto? Lo que les estoy diciendo es que para ser vencedores en todo momento, lo primero que tenemos que hacer es estar preparados; tenemos que preparar nuestra mente (entendimiento).
La razón por la que digo que preparar nuestra mente es el primer paso que tenemos que seguir, es porque el error más común cometido por un gran número de cristianos es que no toman el tiempo de preparar su mente debidamente.
Una de las razones, y quizás la principal de ella, por lo que un buen número de cristianos no preparan su mente correctamente, es porque como seres humanos al fin, todos estamos llenos de nuestras propias opiniones, o tenemos un concepto de cómo las cosas deben y tienen que suceder. Pero la triste realidad es que nuestras opiniones y nuestros conceptos, en muchas ocasiones bloquean que recibamos las bendiciones, y la victoria que Dios desea entregarnos.
La razón por la que digo que nosotros mismos bloqueamos las bendiciones que Dios desea entregarnos, es porque cuando lo que nos sucede no se conforma a lo que nosotros opinamos o pensamos, esto tiende a descorazonarnos, decepcionarnos, y por ende caemos deprimidos, tristes, y sintiéndonos que Dios nos ha abandonado.
Es decir, las circunstancias que nos rodean nos ciegan para que no podamos ver el poder y la gracia de Dios en nuestra vida. Esto eventualmente nos conduce a sentir que estamos a la merced de la injusticia y maldad. Se nos olvida, o permitimos que el enemigo borre de nuestra mente lo que el Señor nos dice en Juan 14:16 cuando leemos: “…Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre…” Dile a la persona que tienes a tu lado, no estamos solos.
El diablo recibe gran placer cada vez que puede aislar al cristiano; la razón por la que recibe un gran placer es porque él sabe que un cristiano aislado es un cristiano débil. Es más o menos como todos aquí hemos visto en los documentales de la selva, donde el león primero observa y escoge su presa, la persigue, la mata, y se la come.
La palabra de Dios nos enseña claramente que nuestro enemigo es un león rugiente buscando a quien devorar [2].
Satanás y su ejército de las tinieblas andan cazando constantemente, y es exactamente por esto que como cristianos fieles no podemos permitir que nos separe del rebaño. No podemos permitir ser separados de la presencia de Dios, y aislados de nuestros hermanos y hermanas, sino que tenemos que perseverar en llegar a la presencia de Dios alabando y bendiciendo Su nombre, para que podamos ser fortalecidos.