Párate firme y vencerás

Si se recuerdan, la semana pasada concluí el servicio diciéndoles que tenemos que estar preparados en todo momento. Tenemos que estar preparados porque la verdad es que ninguno de nosotros sabemos el día que estaremos cara a cara con Dios; el día cuando tendremos que dar cuenta por nuestras acciones o faltas de ellas. Y una de nuestras acciones o falta de acciones es nuestra misión aquí en la tierra. Como todo cristiano ha aprendido a través de estudios bíblicos y predicaciones, los cristianos somos el ejército de Dios [1].

Pero para poder cumplir con el propósito de Dios en nuestra vida, existe una cualidad que no nos puede faltar. Para poder servir a Dios correctamente, tenemos que ser perseverantes y valientes. ¿Por qué digo esto?

Digo esto porque como todos sabemos, ser un cristiano fiel no es para los débiles o cobardes, y definitivamente se necesita ser muy valiente. La razón por la que digo esto es porque como mucho de nosotros hemos experimentado, mientras más fiel tratamos de serle a Dios, mayores son los ataques del enemigo.

Mientras más tratamos de perseverar en la santidad, más seremos atacados para tratar de confundirnos y desviarnos de los caminos de Dios.

El peligro con todo esto es que si no estamos firmes en la fe, si no somos lo suficientemente valiente para luchar y perseverar, lo que seguramente ocurrirá es que al llegar las batallas a nuestra vida, en vez de pelear nos retiraremos del campo de batalla.

Y algo que he repetido en predicación tras predicación, es que los cristianos no podemos cederle ni una pulgada al enemigo. Pero esto toma no solo fuerza de voluntad, sino también valentía.

Así que hoy deseo que examinemos el nivel de nuestra valentía. Necesitamos examinar nuestra valentía porque la realidad es que es muy fácil decir que uno es valiente, pero demostrarlo es algo muy diferente. ¿Qué hacemos al confrontar ataques que aparentan invencibles? ¿Huimos o peleamos?

1 Crónicas 11:12-14Tras de éste estaba Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, el cual era de los tres valientes. 13 Este estuvo con David en Pasdamim, estando allí juntos en batalla los filisteos; y había allí una parcela de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos, 14 se pusieron ellos en medio de la parcela y la defendieron, y vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria.

Como siempre digo, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. En este momento en la historia el pueblo de Israel había sufrido una gran derrota en las manos de los filisteos; su rey y sus herederos habían perecido y las ciudades estaban siendo ocupadas por la fuerza invasora [2]. Y lo que causó que todo esto sucediera fue la infidelidad del rey Saúl; Dios permitió que el reino fuera derrotado, y David asumió el poder [3]. Bueno, hasta aquí el repaso de historia.

Los versículos que estamos estudiando en el día de hoy, forman parte de la descripción de cuando David estaba batallando contra los filisteos. Una descripción de este evento más detallada puede ser encontrada en 2 Samuel 23:9-10 cuando leemos: “…Después de éste, Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos que se habían reunido allí para la batalla, y se habían alejado los hombres de Israel. 10 Este se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó, y quedó pegada su mano a la espada. Aquel día Jehová dio una gran victoria, y se volvió el pueblo en pos de él tan sólo para recoger el botín…”

Ahora bien, yo estoy seguro que muchos ya deben estar pensando que nada de esto tiene algo que ver con nuestra vida, pero si has pensado esto, te invito a que reflexiones. La razón por la que pido que reflexionen nuevamente es porque como les dije al inicio, los que hemos hecho un compromiso genuino con Dios no solo somos Su pueblo, sino que somos Su ejército.

A pesar de que ninguno de nosotros hemos tenido que pelear en una batalla física, a diario todo cristiano fiel confronta a un enemigo superior, un ejército que no puede ser derrotado por nuestra propia habilidad o fortaleza [4].

Digo que es un enemigo superior a nosotros, y que no podemos vencer por nuestra propia habilidad o fortaleza, porque nuestra batalla no es contra gobiernos, instituciones religiosas o personas. Nuestra lucha es contra los poderes de las tinieblas, que tratan de dominar nuestros pensamientos y dirigir nuestras acciones. Poderes del enemigo, que tratan de impedir que recibamos las bendiciones que Dios tiene para todo cristiano fiel.

Como les he enseñado en otros estudios bíblicos, el enemigo no descansa y usará cualquier persona o situación para tratar de hacernos caer. Y es por eso que el cristiano nunca puede bajar su defensa, sino que tenemos que estar siempre preparados para combatir. Tenemos que estar listos con la palabra de Dios, y parados firmes en nuestra fe, ya que sin estas cosas no podremos vencer.

Tenemos que estar listos para pelear y defender nuestro territorio, porque si no peleamos y defendemos, entonces seremos conquistados. ¿Qué puede causar que seamos conquistados? Hay dos razones primordiales por la que esto puede suceder. Número uno, es el temor. Número dos es no saber pelear.

En nuestro estudio bíblico de hoy leemos: “…Este estuvo con David en Pasdamim, estando allí juntos en batalla los filisteos; y había allí una parcela de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos…” Como podemos observar, aquí vemos que el pueblo huyo de los filisteos.

A pesar de que no podemos encontrar la razón exacta por la que el pueblo huyó en este momento, creo que podemos confiadamente asumir que huyeron debido al temor. Así que si usamos un poco de licencia literaria, entonces podemos decir que el pueblo huyo porque no estaba dispuesto a arriesgar su vida para defender la tierra. ¿Cómo se aplica esto a nosotros?

Cuando nos detenemos y meditamos en lo que estaba sucediendo en ese entonces, creo que todos aquí concluiremos que existe un gran paralelo entre lo que le ocurrió al pueblo de ese entonces, y lo que le sucede a muchos de nosotros en actualidad.

La razón por la que digo esto es porque existe un gran número de personas dentro del Cuerpo de Cristo, que al igual que el pueblo de ese entonces, no están dispuestos a arriesgar su bienestar por el reino de Dios. Con lo que les acabo de decir no estoy diciendo que perderemos nuestra vida física por seguir a Cristo, (aunque esto es algo que con cada día que pasa se hace más y más probable, como hemos visto recientemente en las noticias [5]), pero a lo que si me refiero es el temor a perder la vida a la que nos hemos acostumbrado. ¿A que me refiero?

Me refiero a perder amistades, familiares, influencia social, reputación, etc. etc. Me refiero a ser completamente aceptados por todos los que nos rodean, pero como todo cristiano fiel bien sabe, cuando somos completamente aceptados por el mundo, esto es una buena indicación que estamos haciendo algo muy, pero muy mal. ¿Por qué digo esto?

La razón por la que digo esto es porque cuando nos paramos firmes en la palabra de Dios, entonces es imposible que podamos aceptar la maldad que existe en el mundo. Cuando nos paramos firmes en el Señor, cuando nos paramos y dejamos que nuestra voz sea escuchada en oposición a la corriente de maldad que arrastra a este mundo, cuando entramos en el campo de batalla y comenzamos a pelear por lo que creemos, todas estas personas en quien confiábamos y amábamos nos darán las espaldas, y serán los primeros en hablar pestes de nosotros.

Publicaciones Similares