Tu buen espíritu me guíe

Si se acuerdan, la semana pasada hablamos acerca de la oración, y cubrimos los siete pasos de una oración eficaz, y que agrada a Dios.

En la predicación de la semana pasada les dije que para que nuestras oraciones sean eficaces y que agraden a Dios, tenemos que orar con humildad y de todo corazón, y no un palabrerío memorizado; nuestras oraciones tienen que reflejar nuestra completa dependencia de Él.

Tenemos que orar pidiendo lo que realmente necesitamos, y no lo que pensamos que merecemos; tenemos que orar pidiendo perdón por nuestras faltas, y las faltas de los que nos ofenden; tenemos que perdonar, y pedirle a Dios que nos fortalezca; y por último, buscar la voluntad de Dios para con nosotros.

Y si por no se habían dado cuenta del tema principal de esa predicación, lo más importante de todo es buscar la voluntad de Dios en todo momento. La razón por la que digo que buscar la voluntad de Dios es el punto más importante de todo, es porque cuando estamos dentro de la voluntad de Dios, esto significa que Él esta presente en todo momento, y cuando Él esta presente no existe potestad alguna que nos pueda derrotar [1].

Así que el tema principal de la predicación de hoy será para descubrir cómo podemos conseguir hacer la voluntad de Dios. Abramos ahora nuestra biblia para la lectura de la palabra de Dios de hoy.

Salmos 143:9-10Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; En ti me refugio. 10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.

Como siempre digo, para tener un mejor entendimiento del estudio bíblico de hoy, será necesario que hagamos un breve repaso de historia. Como todos saben la mayoría del libro de salmos se le acredita a David, y él fue un hombre que tuvo gran experiencia en cuanto a conflictos y peligros que experimentan los escogidos de Dios.

La razón por la que digo esto es porque cuando indagamos un poco en la vida de David, es fácil encontrar que desde el día que él venció a Goliat, el rey Saúl le tuvo mala voluntad [2]. Y esto no es muy diferente a como los cristianos fieles somos vistos hoy en día. Como he repetido en numerosas predicas, el mundo nos tiene mala voluntad porque nosotros no participamos de las cosas del mundo, sino que las condenamos.

También debemos notar que el odio que el rey sintió contra David fue tan grande, que le persiguió y trato de matarle. Esta persecución eventualmente causo que David huyera de su tierra para salvar su vida [3].

La persecución por parte del rey Saúl fue continua, pero desdichadamente el sufrimiento de David no se termina después de la muerte del rey y de su asunción al trono. Digo esto porque después de que David asumió el trono, su propio hijo se rebeló contra él, y causó que David tuviese que nuevamente huir para salvar su vida [4]. Manteniendo estos breves detalles históricos en mente, continuemos ahora con nuestro estudio bíblico.

En los versículos que estamos analizando hoy encontramos que se nos dice: “…Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; En ti me refugio…” Como podemos apreciar, aquí David esta haciendo un clamor pidiendo el poder sobrenatural de Dios para su vida. David estaba desesperado atravesando por momentos muy difíciles, momentos de angustia, y dolor.

Los estudiosos de la biblia opinan que David escribió este salmo, durante el tiempo cuando su hijo Absalón se rebeló contra él y trató de matarle. La realidad es que los cristianos al igual que David, tenemos al enemigo que nos acosan, y nosotros no tenemos el poder necesario para superarlo y/o escapar de él. Sin embargo, para Dios no existe nada imposible, y Su poder vence toda oposición.

David aquí dijo: “…En ti me refugio…”, y la realidad es que no existe un refugio superior a la presencia de Dios. Y este refugio es el que todo cristiano fiel debe, y tiene que siempre buscar. Dile a la persona que tienes a tu lado, Jesús es nuestro refugio.

Pero para llegar a este refugio existe algo que todos tenemos que hacer. Para encontrar el refugio que Dios desea entregarnos, primero tenemos que estar dentro de Su voluntad. Esto nos conduce al segundo punto de la predicación de hoy.

Continuando con nuestro estudio vemos que David dijo: “…Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios…” Esta primera parte del versículo nos demuestra algo que muchos cristianos carecen. Aquí vemos como David se humilla ante Dios reconociéndole por quien Él es, pidiendo Su guía. Así que esta primera parte del versículo demuestra un acto sincero de humildad.

Desdichadamente, la actitud demostrada por David en este momento, no es abundantemente encontrada entre los cristianos hoy en día. Una de las razones por la que esto sucede, es porque existen muchos que permiten que su orgullo y arrogancia les haga ver la humildad como debilidad, pero la realidad es que humillarse y someterse a Dios no es debilidad, sino que es una virtud. ¿Por qué debemos humillarnos y someternos a Dios?

Debemos y tenemos que humillarnos y someternos a Dios, porque la humildad y sometimiento es lo que nos facilita que podamos deshacernos de la arrogancia, ya que como todos bien sabemos la arrogancia no agrada a Dios [5].

La humildad y sometimiento es lo que nos ayuda a reconocer nuestras limitaciones, debilidades, y faltas, y nos insta a siempre buscar la voluntad de Dios en nuestra vida. David dijo: “…Enséñame a hacer tu voluntad…”

Y esto es algo que todos nosotros debemos y tenemos que pedirle a Dios a diario. La razón por la que digo esto es porque como he repetido en numerosas predicaciones, por muy inteligentes que podamos ser, ninguna persona jamás lograra tener un completo entendimiento de la mente de Dios [6].

Nosotros podemos tener un entendimiento básico de lo que Dios quiere de nuestra vida, pero nunca lograremos un entendimiento absoluto de lo que Él piensa y de la forma que actúa. ¿Qué les estoy diciendo con todo esto? Lo que les estoy diciendo es que tenemos que orar pidiéndole al Padre que nos revele, y enseñe como hacer Su voluntad. Digan en voz alta conmigo: Padre enséñame a hacer tu voluntad.

Como dije la semana pasada, aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida no es nada fácil. No es nada fácil porque la voluntad de Dios va directamente en contra de quienes somos. Todos aquí fuimos criados de diferentes maneras, y somos quienes somos basados en la experiencia de nuestra vida.

Pero la voluntad de Dios para con nosotros es que seamos completamente diferentes de quienes fuimos, o somos [7]. La voluntad de Dios para todo cristiano es que nos apartemos del mundo, y perseveremos en conducir una vida en santidad. Fíjense bien como esto es algo que se nos dice claramente en Romanos 12:2 cuando leemos: “…No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta…”

Pero lo que sucede con frecuencia es que muchos de nosotros somos más propensos a hacer nuestra voluntad, y no la voluntad de Dios. ¿Por qué?

Porque hacer la voluntad de Dios puede, y en muchas ocasiones causa incomodidad en nuestra vida. Pero como nos dice el Señor: “…¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?..” (Marcos 8:36). Dile a la persona que tiene al lado: hagamos la voluntad de Dios.

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