Apreciando la generosidad
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Predicas Cristianas
Prédica de hoy: Apreciando la generosidad
Texto bíblico: «Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.» Gálatas 6:10
Introducción
A menudo vemos como los gestos pequeños se van perdiendo. Poco a poco un simple favor se transformó en algo complejo. A raíz del crecimiento, la edad y las malas experiencias, muchas personas abandonaron ciertas practicas con el fin de proteger sus recursos junto a sus corazones para no salir heridos.
El significado de la generosidad fue adulterado. Dejamos de dar por amor al prójimo y empezamos a dar con la seguridad de que recibiremos algún beneficio a cambio. Lo que es totalmente contrario a lo que pensó Dios al demandarnos el ser generosos (2 Corintios 9:7). Se nos olvido que damos porque somos bendecidos, porque estamos seguros en Sus manos, sabiendo que todo lo que tenemos es por Él.
La principal razón de la generosidad es la de bendecir al prójimo (Proverbios 11:25), pero no precisamente en momentos de necesidad. Me refiero a esos de nosotros que estamos dispuestos a entregar para el beneficio de alguien más, incluso si esa persona no lo necesita podemos tener un gesto generoso por el simple hecho de sacar una sonrisa.
La generosidad (Hechos 20:35)
Pensando como bendecir y no como ser bendecido
Sabemos que las acciones generan reacciones, a veces esperadas, otras no tanto. Pero es común que al entregar algo tengamos ciertos pensamientos de reciprocidad lo que bíblicamente es contrario a nuestra idea. Un principio clave para entender esto es: “Hay más bendición en dar que en recibir” (NTV); frase bíblica que todos conocemos pero que pocos le dan su merecida importancia.
La generosidad parte de ser bendición para otros sin un motivo particular, no debemos esperar una cosecha de esa siembra más que la felicidad del necesitado en cuestión. Si damos esperando una retribución no estaríamos siendo generosos. Son muchas las relaciones que se han visto afectadas por el hecho de esperar una recompensa por nuestras obras, cuando el beneficiario no se había percatado que debía de pagar.
La generosidad llena nuestro ser (Deuteronomio 15:10)
Alguien dijo alguna vez en forma de sugerencia que, si estábamos tristes o en alguna necesidad deberíamos ayudar a otros, prestar algún servicio comunitario, tener cualquier gesto simple. Cuando damos desprendidamente algo de nosotros que pueda alegrar a otra persona, sentimos una llenura especial, nos genera felicidad y satisfacción.
¿Por qué no lo hacemos un habito en nuestras vidas como cristianos?
Definitivamente ayudar a otro nos genera felicidad, sin embargo nuestro afán por cumplir nuestros sueños y la diversa necesidad que presentamos nos nubla la visión en lo que realmente es importante. La felicidad que proporcionan los bienes materiales es realmente pasajera, por eso podemos ver como los millonarios nunca están conformes.
Si quieres estar realmente lleno, debes practicar el arte de la generosidad (Romanos 12:8). Hazlo sin esperar nada a cambio. Regala un lápiz, lleva a alguien en tu auto hasta su hogar, regala ese vaso de agua fría a un mendigo. Se esa luz de bendición que en momentos de necesidad quisiste que otros fueran para ti. Con la generosidad llenaras espacios en tu vida que ningún otro factor podría hacerlo.
Tu generosidad habla más que tu boca (Lucas 6:45)
Los actos de bondad o generosidad deben ser realizados con amor y sin intenciones ocultas. En esta generación que nos encontramos, viendo todos los cambios modernos incluidos en la sociedad, podemos notar como hacemos buenas obras con fines personales. Queremos ser vistos como buenas personas, buscamos reconocimientos.
La generosidad en si misma posee una recompensa por parte de Dios (Proverbios 11:25). No es necesario esperar más de la misma. Lamentablemente existen muchas personas que aprendieron a monetizar con los seguidores que aplauden ciertas ayudas desinteresadas a las personas más necesitadas, aprovechándose del dolor de otro para beneficio propio.
Estas practicas no son nuevas, pero actualmente son mas evidentes que en el pasado gracias a lo rápido que se transmite la información. Nuestras acciones deben hablar más que nuestra boca. Por eso procura hacer el bien al prójimo más cercano, tus vecinos, conocidos, compañeros de trabajo, compañeros de universidad. En ciertos aspectos es una gran manera de predicar la palabra sin usar la biblia.
No pierdas la oportunidad de bendecir (Proverbios 22:9)
Existen personas que prestan demasiada atención a los detalles. Esto esta muy bien, pero puede limitarte al momento de ser eficaz. A veces queremos dar algo hermoso con un gran envoltorio, pero la necesidad de tu prójimo no puede esperar y requiere de tanto protocolo. Si no puedes bendecir con una gran comida de lujo, pues entrega lo que alcance a tu economía. Seguramente será amablemente recibido.
Hay necesidades que no pueden esperar, o que son fugaces. Me refiero en que puedes estar en el momento justo y preciso para ser generoso. No debes ir a tu cada a meditar la decisión correcta para bendecir a otro, puede que cuando regreses sea muy tarde para prestar tu servicio. En todo caso seriamos nosotros los que perderíamos al no bendecir pudiendo haberlo hecho.
Lo que te sobra puede ser un milagro para otro
Las personas funcionan muy distintas en diversas situaciones. Existen algunos que odian almacenar cosas para el mañana. No soportan ocupar espacios de sus hogares con “chatarra”, por ello buscan la manera de deshacerse lo más rápido posible de todo aquello que perdió valor y utilidad para si mismos. En otros casos hay personas que prefieren guardar hasta el más mínimo tornillo.
Con el refrán “uno nunca sabe si más adelante pueda ser útil” podemos deducir que hay razón para guardar ciertas cosas. Resulta bastante practico tener repuestos o herramientas útiles para situaciones que puedan generarse en el día a día. Pero realmente podemos darle una segunda oportunidad a estas cosas que no tenemos la certeza de volver a utilizar.
Muchas personas están orando por ropa nueva (así sea usada por nosotros, para otros no lo es). Existen muchos niños que no pueden comprarse un juguete, que no tienen zapatos. Nosotros podemos brindar felicidad a otros con esos utensilios que no volveremos a utilizar.
Tus sobras pueden resultar efectivas para solventar las necesidades de otro. Es allí donde debemos ser generosos y desprendidos. Piensa que tu aporte puede ayudar mucho a alguien necesitado y representaría un espacio libre en tu deposito.
Generosidad – Dios bendice al dador alegre (2 Corintios 9:7)
Si existe una verdad de la cual puede sentirse orgulloso, seria de ver como Dios ha multiplicado en todo lo que podido aportar a otros. No hay nada que haya dado generosamente que no regresara a mi en forma de bendición, y con un tamaño más grande que el original. Podemos dar con alegría porque el Señor se goza con nuestras acciones desinteresadas.
Su palabra es verdadera, podemos estar confiados en que la bendición que podamos dar a otro volverá a nosotros en algún momento. No importa si no es por parte de esa persona a quien ayudamos, eso no es limitante para que sean multiplicados los frutos. Por tal motivo puedo invitarte con total certeza para que seas generoso con el prójimo, y veras como mejoran todos los aspectos de tu vida a su debido tiempo.
Conclusiones
La generosidad es una practica maravillosa que busca solventar la necesidad del prójimo. Hacer feliz a alguien cercano, u facilitar la vida de otras personas ajenas a nosotros mismos, a pesar de ir con intenciones limpias, libres de interés. El ser generosos es beneficioso para el ejecutor de dichos actos, ya que nos entrega cierta satisfacción no perecedera.
Los cristianos no solo debemos caracterizarnos por predicar, ir a la iglesia y no mezclarnos con el mundo. Nosotros tenemos más que palabras para dar, las acciones que podemos hacer por alguien más, los regalos que podemos dar a otros, todo esto habla de corazones transformados por Cristo, creando criterios positivos para el Evangelio.
Seamos generosos, pongamos nuestro grano de arena. Estemos atentos a las oportunidades de bendecir a otros, y por último, convirtamos esto en un habito como seguidores de Cristo, y veremos como seremos más felices al multiplicar la felicidad de otros.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.