A mí me han desechado

Como les dije la semana pasada, las cosas en el mundo van de mal en peor, y a paso apresurado. El alejamiento de la verdad de Dios crece a paso gigantesco, y con cada día que pasa, la maldad toma más y más poder. ¿Qué esta sucediendo? Lo que esta sucediendo, y ha sucedido, es que el diablo a logrado engañar a muchos de que él no existe. ¿Por qué hacer esto? La razón principal por la que el diablo necesita convencer a todos de que él no existe, es porque si el diablo no existe, esto significa que Dios no existe. Y si Dios no existe, entonces la palabra de Dios no vale de nada, sino que solo es un cuento ficticio.

A través de huecas filosofías, y suaves palabras, el diablo ha engañado y continúa engañando a la humanidad. En otras palabras, el diablo ha creado un gran abismo entre el hombre y Dios. El hombre ha desechado a Dios por completo; evidencia de esto es la apostasía de la cual estudiamos la semana pasada.

Cuando tomamos el tiempo de explorar la historia, pronto descubrimos que el hombre hubiera sufrido menos, o hubiese podido evitar gran sufrimiento, con tan solo haber tomado decisiones más sabias. Pero reconocer nuestras faltas no es algo fácil, ya que a ninguno de nosotros nos gusta reconocer que estamos equivocados, especialmente cuando nos ha tocado pasar, o estamos pasando por una situación difícil, la cual nosotros mismos hemos creado o hemos de forma alguna alimentado. El poeta y filósofo Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana dijo una vez: “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo” [1], este es el tema que en el cual estaré enfocando la predicación de hoy. Hoy estaremos aprendiendo una valiosa lección, de una terrible decisión.

1 Samuel 8:4-7Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, 5 y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. 6 Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. 7 Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, será necesario que hagamos un breve repaso de historia. Lo primero que debemos saber, es que el primer libro de Samuel describe la transición de la teocracia a la monarquía. Y como podemos apreciar en los versículos iniciales que estamos empleando hoy, Samuel tuvo la distinción de ser el ultimo juez, pero también la de ser el primer profeta [2]. Lo próximo que debemos notar, es que en este punto de la historia, el pueblo de Israel se había acomodado en la Tierra Prometida. Ellos gozaban de gran libertad y seguridad; el pueblo no tenía un rey que les gobernaba.

En otras palabras, ellos no tenían un gobierno que imponía leyes, demandaba impuestos, o mantenía un ejército. Y la razón por la que ellos estaban libres de estas cosas era porque no tenían necesidad de ellas, ya que Dios le guiaba a través de los jueces, y les protegía [3]. La realidad es que este pueblo debió estar completamente gozoso, ya que Jehová mismo era quien le guiaba y protegía, pero evidentemente este no fue el caso. Así que manteniendo estos brevísimos detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

En los versículos que estamos examinando hoy encontramos que se nos dice que “…todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, 5 y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones…” Como podemos apreciar, el pueblo de ese entonces no estaba completamente satisfecho con que Jehovah fuese quien les gobernara. El pueblo no estaba satisfecho con la seguridad y paz que Dios les ofrecía. El pueblo escogido a ser completamente diferente al resto del mundo [4], quería ser igual que el resto del mundo. Y desdichadamente este es un problema que continua vigente en el pueblo de Dios de hoy. ¿Por qué digo esto?

La razón por la que digo esto es porque al igual que el pueblo de ese entonces, los cristianos estamos llamados a ser completamente diferentes al mundo. Dios nos ha escogido a nosotros a ser completamente diferentes y especiales. Esto es algo que se nos dice claramente en 1 Pedro 2:9 cuando leemos: “…Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…” Dile a la persona que tienes a tu lado: tú eres especial para Dios. Pero desdichadamente existen muchos cristianos que rechazan esta bendición Dios, e insisten en ser igual que el mundo. Ahora debemos preguntarnos, ¿por qué sucede esto?

A pesar de que puedan existir numerosas razones, por la que muchos cristianos escojan rechazar la bendición de Dios, yo diría que la razón principal por la que tantos persisten en ser igual que el mundo, es porque a nadie le gusta ser rechazado. Pero el problema que existe es que para evitar el rechazo, esto quiere decir que tenemos que unirnos a la mezcla de maldad que existe en el mundo. Y cuando nos unimos a la mezcla de maldad que arrastra el mundo, esto quiere decir que nuestra manera de pensar y actuar será grandemente influenciada por las filosofías humanas, políticas, modas, etc., en vez de la palabra de Dios. Evidencia de todo esto que les digo se las presenté la semana pasada en las estadísticas, en las cuales pudimos ver reflejada que las personas hoy en día, incluyendo a los cristianos y otras religiones, piensan y actúan según lo que es aceptado por el mundo, en vez de lo que es aceptado por Dios. Como les dije también la semana pasada, lo que estamos viendo suceder hoy en día es el resultado de un plan muy bien orquestado y llevado a cabo por el enemigo de las almas.

La realidad es que el diablo sabe muy bien que él no puede vencer a Dios, y que él es un ser vencido [5]. Pero este conocimiento no lo detiene en tratar de destruir la fe del hombre, sino que lo anima a continuar su ataque contra la humanidad. Dile a la persona que tienes a tu lado: Satanás quiere destruir tu fe.

Cuando tomamos el tiempo de meditar en los versículos que estamos explorando hoy, pronto nos damos cuenta de que la destrucción de la fe en Dios, fue lo que sucedió en el pueblo de antigüedad. Ahora debemos preguntarnos, ¿por qué pudo Satanás destruir la fe de este pueblo? La razón principal por la que Satanás pudo destruir la fe de este pueblo, fue porque ellos se olvidaron de la historia.

Ahora bien, antes de proceder, deseo detenerme aquí por un breve momento para aclarar algo. La realidad es que no existía nada malo en que el pueblo pidiera tener un rey. Digo esto porque Dios mismo les había prometido que un día Él les daría un rey que les gobernara [6]; Él les dijo: “…ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti…” Pero todo esto sería en el tiempo de Dios, pero lo que sucedió es que ellos no estaban dispuestos a esperar. Y la impaciencia es algo que en casi toda ocasión produce muy malos resultados, especialmente en cuanto a las cosas de Dios. ¿Por qué digo esto?

Lo digo porque cuando no estamos dispuestos a esperar en Dios, esto quiere decir que quitamos nuestra mirada de lo alto, para fijarla en lo terrenal. Y esto fue exactamente lo que le sucedió al pueblo de ese entonces, ellos quitaron la vista de quien les protegía y dirigía, para fijarla en el hombre. Ese pueblo escogió escuchar y seguir las órdenes de un hombre, en vez de la voz de Dios. Y fue exactamente esta decisión la que les condujo a que dejaran de experimentar la voluntad de Dios.

Continuando con nuestro estudio leemos: “…Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová…” Como podemos apreciar, Samuel no estuvo de acuerdo con lo que ellos le pedían; él reconoció que lo que ellos estaban pidiendo en este punto de la historia estaba muy mal. ¿Cómo fue que Samuel se dio cuenta de que lo que ellos pedían estaba mal? La razón por la que Samuel se dio cuenta de que lo que ellos pedían estaba mal, fue porque él no se había olvidado de la historia. Samuel se acordó muy bien que Dios les había dicho que ellos no podían hacerse iguales al resto del mundo [7]. Dios les había llamados a ser completamente diferentes; sin embargo, ahora ellos pedían ser iguales que las naciones que les rodeaban. Ellos estaban rechazando a Dios como su rey; Fíjense bien en este detalle aquí para que entiendan bien lo que les digo.

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