Jesucristo se escapó de sus manos

Jesucristo se escapó de sus manos

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Jesucristo se escapó de sus manos

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Juan 10:39

Introducción

La Influencia de Nuestros Preceptos en Nuestra Relación con Jesucristo

Una cosa muy interesante acerca del ser humano, es que todos formamos opiniones, o tenemos preceptos de cómo las cosas tienen que ser; sin embargo, en la gran mayoría de las veces, estos preceptos u opiniones suplantan, o de alguna manera influencian, la verdad de Dios. Esto significa que en casi toda ocasión, los preceptos y opiniones que hemos formulado y adoptado nos separan de Dios.

Por ejemplo: la mayoría, sino todos los cristianos se dicen así mismos: “Dios perdona mis faltas y pecados, porque Él es misericordioso”. Y esto es lo bello de nuestro Dios, Él es misericordioso y perdona nuestros pecados; démosle gracias a Dios por su misericordia, porque su misericordia es para siempre [1]. Pero, lo que también debemos y tenemos que reconocer es que existe una condición para recibir el perdón.

¿Cuál es la condición que Dios demanda?

La condición que existe para recibir perdón, es que tiene que existir un arrepentimiento genuino [2]. Y es por esa misma razón que no podemos usar la gracia y misericordia, para continuar en una vida de pecado [3].

Demás esta decir que ninguno de nosotros somos prefectos [4], así que no les estoy diciendo ni infiriendo que Dios no nos perdona. Pero lo que si deseo que quede bien claro, es que no podemos deliberadamente perseverar, o reincidir en el pecado, y continuar pensando que nuestra salvación esta asegurada [5]. ¿Por qué les he dicho todo esto?

Les he dicho estas cosas porque ellas describen muy bien el sentimiento, y/o opiniones, que existe en el pueblo de Dios de hoy. Es decir, son las opiniones o preceptos que han suplantado la verdad de Dios. Es por esta razón que en el día de hoy nos preguntaremos: ¿reconocerías a Jesucristo si entrara aquí ahora mismo, y se sentara a tu lado? Pasemos ahora a la palabra de Dios.

Juan 10:39Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos.

I. ¿Reconocerías a Jesucristo si entrara aquí ahora mismo?

La mayor parte de los versículos que estaremos examinando hoy, describen como Jesucristo fue rechazado por los líderes religiosos del pueblo judío de ese entonces. Pero decidí iniciar con este pequeño versículo, porque creo que es el mejor versículo para contestar la pregunta inicial de hoy: ¿reconocerías a Jesucristo si entrara aquí ahora mismo, y se sentara a tu lado?

¿Por qué digo que este versículo contesta la pregunta inicial de hoy? Bueno, vamos a usar nuestra imaginación por un breve momento. Quiero que cierren sus ojos por un momento, y que vean en su mente lo que les voy a describir. Un hombre blanco, de pelo largo y con una barba, arrodillado orando, con un rayo de luz brillante que se extiende del cielo e ilumina su rostro.

Sean honestos, ¿a quién han visto? La mayoría de los reunidos aquí, sino todos, dirán que vieron a Jesús, ¿no es verdad? En otras palabras, todos aquí hemos formado y adoptado una opinión o precepto de cómo luce Jesucristo. Pero la verdad es que no existe una persona en el mundo que sepa como lucio Jesucristo.

La razón por esto, es porque no existen pinturas o dibujos de la persona o rostro de Jesús; esto significa que lo que la mayor parte, sino todos, hemos aprendido a identificar a Jesucristo, completamente basados en interpretaciones artísticas, y la verdad de todo es que estas interpretaciones están muy, pero muy equivocadas. Una de las razones por la que sé que estas interpretaciones están muy equivocadas, es porque Jesucristo no tenía pelo largo.

Les voy a decir que en cuanto al cabello de Jesucristo, existe un gran dilema entre muchos eruditos y estudiantes de la Palabra. El dilema que existe es que algunos declaran que porque Jesús era Nazareno (en realidad nació en Belén, pero vivió la mayor parte de su vida en Nazaret), Él había hecho el voto de los nazareos, y este voto prohibía que el hombre se cortase el cabello.

Pero la verdad es que no existe ninguna escritura que nos indique que Jesucristo hizo el voto de los nazareos, así que no existe ninguna escritura que respalde esa posición. Sin embargo, lo que si podemos encontrar con facilidad es el voto de los nazareos [6].

¿Por qué les mencione el voto de los nazareos?

Se los mencione porque una vez que un hombre hacia este voto, a él no se le permitía tocar ningún fruto de la viña (uvas, pasas, jugo, vino, etc. etc.), o un cadáver. Y como Jesús hizo ambas cosas [7], entonces podemos confiadamente decir que Jesús no había hecho el voto de los nazareos.

Así que si Jesús no había hecho el voto de los nazareos, esto significa que Él lucio igual que aquellos que le rodeaban; es decir, Él no tenía el cabello largo, (algo que hubiese permitido que le reconocieran e identificaran rápidamente), ya que el pueblo judío no acostumbrara a tener el cabello largo. Y es exactamente por eso que cuando los líderes religiosos trataron de prenderle en ese instante, lo único que Él tuvo que hacer es caminar y mezclarse entre las personas.

Es por esta misma razón que cuando Judas Iscariote le traiciono, él tuvo que hacerlo con un beso. Judas tuvo que distinguirle del medio de los demás que estaban reunidos con Él [8]. Y para que todo quede bien claro, nos podemos referir a las palabras del apóstol Pablo en 1 Corintios 11:14-15, y les voy a leer de la traducción en lenguaje actual de la Biblia para que entiendan bien.

El apóstol dijo: “…Según nuestras costumbres, es una vergüenza que el hombre se deje crecer el cabello, 15 pero no lo es que la mujer se lo deje crecer. Y es que Dios le dio el cabello largo para que se cubra la cabeza…” Y de algo que podemos estar completamente seguros, es de que Jesucristo jamás actuaria de manera que abochornara al Padre.

Para continuar con la predicación de hoy, les leeré una ilustración que recibí por email hace un tiempo atrás.

Ilustración

En un día de muy fuerte invierno, Ruth fue a su buzón de correo y solo había una carta, ella la tomó y la miró antes de abrirla, y noto que no tenía remitente ni sello de correo. Sólo su nombre y dirección. Ella leyó:

Querida Ruth: «Voy a estar en tu barrio el sábado en la tarde, y quiero cenar contigo. Te quiere siempre, Jesús»

Sus manos temblaban mientras colocaba la carta en la mesa. ¿Por qué Dios querrá visitarme si no soy nadie especial? – se pregunto. También recordó que no tenía nada que ofrecerle; pensando en eso, ella recordó que su despensa estaba vacía, y se dijo: “Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y comprar algo para la cena”.

Tomo su cartera que contenía cinco dólares y se dijo. –“Bueno, no podre comprar mucho, pero por lo menos puedo comprar pan y embutidos.” Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compró un molde de pan francés, media libra de jamón y un cartón de leche, lo que le dejó con tan sólo doce centavos hasta el lunes.

Se sentía bien, pero a medida que se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo escucho: -Señorita, por favor, ¿puede ayudarnos? Ruth había estado tan sumergida en sus planes para la cena, que no había notado dos figuras acurrucadas en la acera. Un hombre y una mujer, ambos vestidos de andrajos.

-Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y yo hemos estado viviendo en las calles, nos estamos congelando, y tenemos mucha hambre, y si usted nos pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho.

Ruth los miro. Ellos estaban sucios, olían mal, y pensó que si ellos en verdad quisieran trabajar, ya hubiesen conseguido algo. -Señor, me gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo es un poco de pan y jamón, y tendré un invitado especial a cenar esta noche, y pensaba darle esto de comer.

-Está bien, comprendo. Gracias de todas maneras. Contesto el hombre. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la mujer y se fueron rumbo al callejón.

Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su corazón. -Señor espere. -La pareja se detuvo, mientras ella corría hasta ellos.

-Tomen esta comida, puedo servirle otra cosa a mi invitado. Dijo ella mientras le entregaba la bolsa del supermercado.

-Gracias. Muchas gracias señorita. -Si, Gracias. -Le dijo la mujer, y Ruth pudo ver que estaba temblando de frío.

-Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome este. -Le dijo mientras se lo ponía sobre los hombros.

Ruth regresó a casa sonriendo, sin su abrigo ni comida que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a medida que se acercaba a la puerta de su casa, pensando que no tenía nada que ofrecer a su invitado especial.
Cuando metió la llave en la cerradura noto otro sobre en su buzón. –“Qué raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo día» -pensó ella.

Ella tomó el sobre, lo abrió y leyó: Querida Ruth: Fue muy agradable verte de nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo. Te quiere siempre, Jesús. – Autor Desconocido

II. Cómo Evitar que Jesucristo se Pierda en el Bullicio

En este mundo apresurado y bullicio en que vivimos, en ocasiones se nos hace fácil perder de vista a Jesús. En ocasiones se nos pierde en medio de la multitud, y por ende, no nos damos cuenta de cuando nos visita. ¿Por qué sucede esto? Esto es algo que sucede porque todos tenemos diferentes nociones de cómo Dios se manifiesta.

Admitámoslo o no, de una forma u otra, todos hemos sido acondicionados a pensar que una visita de Jesucristo tiene que ser acompañada de algo espectacular. Si Hollywood nos ha enseñado algo, es que las visitas del Señor siempre vienen acompañada de truenos, relámpagos, estruendos, trompetas, y que tanto mas.

De una forma u otra, la mayoría de los creyentes están convencidos de que una visita de Dios tiene que estar acompañada de prodigios y milagros; pero aunque Dios si desea puede manifestarse de esa manera, Él no siempre lo hace así.

Y es exactamente por esa razón que cuando los líderes religiosos de ese entonces trataron de prender a Jesús, “…Él se escapo de sus manos…” Ahora la pregunta que resta es: ¿cómo podemos evitar que Jesús se nos pierda de vista entre la multitud y el bullicio de este mundo?

Fijémonos bien en lo que estaba sucediendo en ese entonces para que puedan mejor entender la respuesta. En Juan 10:31-33 encontramos que la palabra de Dios nos dice: “…Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. 32 Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? 33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios…

Como podemos apreciar, ellos buscaban apedrearle porque consideraban que lo que Jesucristo enseñaba y decía era blasfemia.

III. ¿Por qué consideraban que Jesucristo blasfemaba?

La respuesta a esta pregunta es bien fácil, ellos pensaban que Jesús blasfemaba porque ellos habían perdido de vista a Dios. Ellos habían completamente ignorado la palabra de Dios, la cual les revelaba las más de 300 profecías que Jesucristo había cumplido [9]. ¿Por qué perdieron ellos de vista las profecías?

Ellos perdieron de vista las profecías porque al igual que muchos hoy en día, ellos tenían nociones preconcebidas de cómo el Mesías tenía que aparentar y actuar. ¿Cómo podemos evitar que lo mismo nos suceda a nosotros? ¿Cómo podemos evitar de que Jesús se nos pierda de vista entre la multitud y el bullicio de este mundo?

La respuesta a esta pregunta es fácilmente encontrada en Juan 10:27-30 cuando Jesucristo les contesto a los que buscaban apedrearle diciéndoles: “…Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 Y o y el Padre uno somos…

De la única manera que podemos evitar que Jesús se nos pierda de vista, en la multitud y bullicio de este mundo, es manteniéndonos alerta a Su voz. De la única manera que podemos evitar que Jesús se nos pierda de vista en la multitud y bullicio de este mundo, es cuando reconocemos todo lo que Dios ha hecho, y esta haciendo por cada uno de nosotros. De la única manera que podemos evitar que Jesucristo se nos pierda de vista entre la multitud y bullicio de este mundo, es siguiendo sus enseñanzas, y aplicándolas a nuestro diario vivir.

Para concluir

Hoy voy a terminar haciéndoles una breve anécdota de mi vida. Hace un tiempo atrás fui de compras al supermercado, y el lugar estaba abarrotado de gente. Tal pareciera que estaban regalando algo, pero ese no era el caso. Las líneas para pagar eran bastante largas, pero cuando fui pasando por las líneas, descubrí una que solo tenía a una señora mayor poniendo sus compras en el cinturón de la caja, así que me considere de muy buena suerte, y me puse detrás de ella.

Mientras la cajera escaneaba la compra de esta señora y abría espacio en el cinturón, yo comencé a descargar mi carrito y a poner mis artículos sobre el cinturón, y me fui acercando más a la señora. Cuando la cajera le dijo el total de la compra, la señora avergonzada, y con tristeza en su rostro, le dijo a la cajera que le faltaban $25.00, y comenzó a apartar víveres, pidiéndole a la joven que los descontara de su factura, hasta que el total llegase al dinero que ella tenía.

Ahora bien, quiero que quede muy claro que lo próximo que les voy a decir no es para gloriarme, o para que piensen que soy bueno. Bueno solo hay uno, y Su nombre es Jesús. Pero cuando vi lo que estaba sucediendo, yo le dije a la cajera que yo pagaría la diferencia, y que no le descontara nada de la factura de la señora, y así fue.

La señora me dio las gracias y se marcho. No me identifique como pastor, no trate de entablar una conversación con ella, yo solo le di de lo que Dios me ha dado. ¿Por qué hice esto?

Lo hice porque estoy atento a la voz de Dios; lo hice porque sentí en mi corazón que en ese día Jesús me había visitado una vez más.

Lo hice porque tengo convicción de lo que encontramos en la Palabra de Dios en Mateo 25:35-40 que nos dice: “…Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis…

La Palabra de Dios, y convicción de lo que encontramos en ella, es lo único que nos permitirá que nunca perdamos de vista a Jesús. La Palabra de Dios, y solo la Palabra de Dios, es lo único que nos permitirá reconocer la presencia del Señor en nuestra vida. La Palabra de Dios, y convicción de lo que encontramos en ella, es lo único que nos permitirá reconocer cuando el Señor nos visita.

Ahora la pregunta que queda es: ¿reconocerías a Jesús si se sentara a tu lado ahora mismo?

[1] Salmos 106:1; Salmos 107:1; Salmos 107:1
[2] Isaías 1:10-20; Hebreos 10:12-18
[3] Romanos 6:1-14
[4] Romanos 7:14-15
[5] Apocalipsis 20:11-13
[6] Números 6:1-21
[7] Lucas 22:14-20; Marcos 5:35-43
[8] Mateo 26:47-50; Marcos 14:43-50; Lucas 22:47-48
[9] Para solo citar algunas: Isaías 7:14 (Mateo 1:18-25); Miqueas 5:2 (Mateo 2:1); Isaías 53:3 (Juan 7:5; Juan 7:48); Zacarías 12:10 (Juan 19:34)

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