Porque si pecáremos voluntariamente

Hace un tiempo atrás vi un documental muy interesante. El documental estaba basado en un grupo de cazadores que se dedican a atrapar animales. Según lo que ellos explicaron, atrapar animales salvajes es muy lucrativo, ya que los venden a los zoológicos. Ellos demostraron las diferentes trampas y tácticas que usan para atrapar animales, pero la que más me llamó la atención fue la táctica que empleaban para atrapar a los monos. Yo sé que si quisiéramos, todos pudiéramos diseñar o planear diferentes tácticas para atrapar a un animal, pero la táctica que estos hombres emplean es algo muy interesante. ¿Los tengo intrigados?

Bueno, lo más importante de todo es que ellos habían escogido un lugar específico para atrapar a los monitos; es decir cerca de una zona habitada por monos. Este lugar estaba localizado en medio de una sección de la jungla de pastos verde, completamente rodeado de matorrales y árboles. Y en medio de esta sección había un tronco de un árbol, que tenía un hueco en el centro, lo suficientemente grande para que cupiese la mano de un mono. Ahora aquí viene la táctica; lo que estos hombres hacían es que frotaban la cáscara de una naranja en la corteza del árbol, alrededor del hueco en el tronco, y luego ponían la naranja dentro del hueco. Una vez que hacían esto, se escondían a esperar.

Como es comúnmente conocido, los animales tienen muy buen olfato, y no pasó mucho tiempo antes de que se apareciera un mono que camino de dentro del matorral hacia el árbol. El monito aparentemente había sentido el olor de la naranja, y se dirigió al árbol para investigar. De más está decir que en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, metió la mano en el hueco, agarró la fruta, y trato de sacarla, pero no pudo. El hueco era lo suficientemente grande para que pudiera meter la mano, pero no para que pudiese sacarla sujetando la naranja. Cuando los cazadores vieron esto suceder, calmadamente caminaron hacía el mono, le tiraron una red encima, y le hicieron presión en la muñeca hasta que el mono soltó el fruto, saco su mano, y acto seguido fue tirado en una jaula.

¿Qué interesante, verdad? Pero estoy seguro que ya muchos ya deben estar pensando: ¿qué tiene todo esto que ver con nosotros? Y estoy aquí para decirles, que la triste historia del monito tiene que ver mucho con nosotros. ¿Cómo así? Examinemos la táctica empleada por estos cazadores y determinemos si puede ser usada para atrapar a las personas. Deseo que hagamos esto porque quiero que determinemos si nos podemos encontrar atrapados en el pecado. Pasemos ahora a la lectura bíblica de hoy.

Hebreos 10:26-31Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

Lo más obvio que encontramos aquí es la gran advertencia acerca de lo que sucede cuando perseveramos en una vida de pecado. Algo de suma importancia a notar es que estos versículos no están dirigidos al mundo. Estos versículos no están dirigidos a aquellos que aun no conocen la verdad y están siendo arrastrados por esa corriente de maldad que arrastra al mundo. Estos versículos son una advertencia a la iglesia, son una advertencia a los cristianos. Pero, ¿por qué encontramos esta advertencia dirigida a los cristianos? Encontramos esta advertencia dirigida a los cristianos porque lo que ha sucedido desde el inicio, es que el pueblo de Dios se ha acomodado en el conocimiento de que Dios perdona nuestros pecados.

Esto ha conducido a muchos a acomodarse de tal manera en su fe, que en muchas ocasiones pecan voluntariamente. Pecan conscientemente, y se dicen así mismos que existe tiempo para pedirle perdón al Padre, y que como Dios es misericordioso, Dios les perdonara. No levante la mano nadie, pero: ¿has pensado de esa manera alguna vez?

La razón por la que muchos se acomodan en esta manera de pensar es porque en ocasiones, tal como el mono cayó en la trampa de la golosina, el creyente cae en la trampa del pecado. Digo esto porque una de las muchas tácticas que utiliza nuestro enemigo es el árbol de la tentación, que florece con la fruta del placer.

Lo que sucede es que con frecuencia los cristianos son atrapados en el pecado debido al placer; debido a que no pueden soltar esas cosas del mundo, que quizás nos traen un gozo o satisfacción momentáneo. Examinemos lo que le sucedió al mono por no soltar la naranja, para determinar si lo que les digo tiene sentido.

Debido a que el mono no abrió su mano para soltar la fruta y huir, cuál fue su primer instinto, su futuro cambió por completo. Este animal paso de vivir una vida feliz y libre en su hábitat, a ser un prisionero en un zoológico. Este mono nunca más correría por los pastos y en la jungla. Este mono ahora estaría encerrado en una prisión de cemento y barras de acero por el resto de su vida natural. Sin duda alguna todos podemos deducir que su futuro fue gravemente influenciado por su acción, ¿verdad? Dile a la persona que tienes a tu lado: las acciones producen consecuencias.

Lo mismo se aplica a nosotros. Si no tomamos en serio la advertencia contenida en los versículos que estamos estudiando en el día de hoy, entonces se nos hará bien fácil quedar atrapados igual que el mono. Esto es algo que queda bien reflejado en Proverbios 11:6 cuando leemos: «…La justicia de los rectos los librará; Mas los pecadores serán atrapados en su pecado…» Si no tomamos bien en serio la advertencia contenida aquí en estos versículos, entonces le será muy fácil al enemigo atraparnos y encerrarnos en la prisión de los vicios, en la prisión del placer de la carne, y todas las otras numerosas prisiones que existen en su dominio. Le será muy fácil al enemigo tirar su red, y atraparnos en una prisión de sufrimiento, en una prisión de dolor, en una prisión de tristeza y desolación.

Publicaciones Similares