Con un corazón puro

Con un corazón puro

Predicas Cristianas: Con un corazón puro

© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Juan 14:12-14

Introducción

El estudio de hoy se trata de una pregunta que estoy seguro todos aquí nos hemos hecho en algún momento. Y esa pregunta es: ¿Por qué en ocasiones parece que nuestras oraciones no parecen llegar a nuestro Señor?

Hoy vamos a hablar de la razón más común del porqué eso pasa. En otras palabras, ¿qué interfiere nuestras oraciones? Y eso es algo que tenemos que evitar, porque como bien sabemos, la oración es necesaria para mantenernos en comunicación con nuestro Padre Celestial.

Todos hemos visto como el Señor se manifiesta en nuestra vida a través de la oración. Y prueba de esto podemos verla en como el Señor ha respondido a nuestras oraciones para la restauración de salud, prosperidad y en tantas otras cosas que el Señor nos ha dado.

Dios quiere que oremos, y desea darnos lo que necesitamos y queremos

Como dice la palabra en Juan 14:12-14: «…De cierto, de cierto les digo que el que cree en mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que estas hará, porque yo voy al Padre. 13 Y todo lo que pidan en mi nombre, eso haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si me piden alguna cosa en mi nombre, yo la haré…»

Aquí vemos claramente lo que les acabo de decir. Pero aunque el Señor está dispuesto a oír y complacernos en lo que le pedimos, la realidad es que a veces nosotros oramos esperando resultados, pero nos olvidamos de una cosa muy importante. Y a lo que me estoy refiriendo es a lo que dice la palabra en Salmos 66:18, que dice así: «…Si en mi corazón yo hubiera consentido la iniquidad el Señor no me habría escuchado…»

Lo que nos dice la palabra aquí, es que cuando oramos tenemos que hacerlo con sinceridad y con un corazón limpio, sin resentimiento. En otras palabras, ¿cómo vamos a esperar que Dios oiga nuestras oraciones si tenemos nuestros corazones llenos de rencor? Y el resentimiento consiste de muchas diferentes maneras.

La mayoría de las veces empieza con un disgusto o discusión que tenemos con alguien. Y si no tenemos cuidado es como el cáncer. No causa una muerte física pero si puede causar una muerte espiritual, porque nos separa de nuestro caminar con el Señor.

El resentimiento

En mi opinión, el resentimiento también puede causarnos problemas de salud. Digo esto porque en ocasiones yo me he enfadado de tal manera, que hasta me ha subido la presión, y hasta llegue a pensar que me iba a dar algo. Pero, eso no le ha pasado a nadie aquí, ¿no es cierto?

La realidad es que no es fácil perdonar a esos que nos ofenden, porque los impulsos de la carne son fuerte. Y lo primero que queremos hacer es responder de una manera ofensiva también, pero así no es como el Señor quiere que nos comportemos.

Esto queda bien reflejado en Marcos 11:25-26, que dice así: «…Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas…»

Aquí vemos como la palabra dice que debemos perdonar a esos que nos ofenden. Pero lo que también dice es que cuando oremos tenemos que tener un corazón limpio. En otras palabras, si quieres que el Señor oiga tus oraciones, y te de lo que le estas pidiendo, entonces perdona a esos que te ofenden para que tu corazón esté libre de resentimiento y para que el Señor también te perdone a ti.

Y de nuevo, todos aquí sabemos que eso no es fácil. Pero tenemos que hacer ese esfuerzo, porque si no, corremos el riesgo que nuestras oraciones no se oigan como nosotros esperamos. Hermanos, el rencor es una cosa que si permitimos que entre en nuestros corazones, nos amarga la vida y nos aparta de Dios.

Si nos ponemos a pensar bien, ¿cuántas cosas que a veces han causado problemas con nuestra pareja, familiares o amistades, han sido cosas sin sentido? Pero a la vez que nos disgustamos y decimos algo inapropiado, ya es muy tarde para retroceder, y por encima de todo, nuestro orgullo toma control.

En esos momentos es cuando oímos esa vocecita que dice: Tú no tienes porque discúlpate, la culpa no fue tuya. Pero, ¿saben qué hermanos?, eso no es de el Señor. Porque lo único que vas hacer en quedarte enojado, perder el tiempo, y amargarte la vida por gusto.

Por ejemplo, te enojas con alguien porque le pediste un favor y se le olvidaron hacer lo que le pediste. Pero, ¿cuántas veces a uno mismo no se le olvidan las cosas? Y una cosa que con frecuencia causa problemas entre parejas, tiene que ver con las finanzas.

Pero envés de pelear sobre quien se gasto cuanto, es mejor hablar de una solución para evitar que lo mismo siga pasando. Ahora, si nos ponemos a apuntar dedos, entonces lo único que va a pasar es que se van a poner peor las cosas.

No somos perfectos

La realidad es que ningunos somos perfectos, y por eso tenemos que aprender a perdonar más y a condenar menos. Y cuando perdonamos, no podemos seguir sacando lo que paso cuando suceda otra cosa. Y fíjense que digo cuando suceda otra cosa. Porque la realidad es que ninguna relación es perfecta, y de vez en cuando vamos a tener problemas. Sea por una diferencia de opinión o sea por otras razones. Sea con nuestros familiares o amistades.

Por ejemplo, nosotros tenemos unos vecinos nuevos que viven en la casa que esta de atrás de la de nosotros, que les he puesto el nombre de Los Fantasmas de las Palmas. La razón por la que les he puesto este nombre, es porque cuando se caen las pencas de las palmas de nosotros en su patio, ellos esperan hasta a que caiga la noche para tirarlas sobre la cerca. Y yo no tengo problema con eso, después de todo, las palmas son mías, pero el problema está en que la tiran de tal manera que dañan las flores que tenemos sembradas.

También mi esposa y yo hemos oídos ciertos comentarios que han hecho cuando hemos estado sentados en el patio en la noche, y ellos no se han dado cuenta que estamos ahí. Les tengo que decir que esos comentarios me han molestado, porque no han sido nada agradable.

Y al principio me dieron deseos de decirle dos o tres cosas. Pero, no me baje de la cruz, y me mantuve de corazón puro. Envés lo que hice fue que espere a que se pusieran a Fantasmear una noche y les hable. Claro que se sacaron tremendo susto. Pero llegamos al entendimiento que cuando me devuelvan mis pencas, la tiren en una esquina de mi patio que no dañan las flores.

¿Y saben qué?, la razón por la que me devuelven las pencas tiene sentido. Me explicaron que es que tienen solamente un latón de basura, y no le caben las pencas. Esto es algo cómico, pero se podía haber puesto fea la cosa, ¿no es cierto? Imagínense si yo le hubiese soplado las pencas de nuevo para su patio. Se hubiera formado ¡la Guerra de las Palmas!

¿Un corazón puro o no acostarnos disgustados?

Y ahora les digo que una cosa que debemos practicar, es no acostarnos disgustados. Porque, como también hemos dicho en otras ocasiones, si te acuestas disgustado entonces cuando te despiertes, después de haber dado 100 vueltas en la cama antes de dormirte, te levantarás hasta de peor humor. Tenemos que aprender hacer como dice la palabra en Efesios 4:26: «…Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo…»

Y esto aplica más todavía a nuestra pareja cuando tenemos una discusión, y no hacemos lo necesario para arreglar el problema. ¡No existe cama suficiente grande para evitar contacto! Terminaras durmiendo encogido, y te vas a despertar con tremendo dolor de espalda. ¡No que eso me haya pasado a mí!

En Mateo 6:14 se nos recuerda como el Señor quiere que le demos frente a esas personas que nos ofenden. Y dice así: «…Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también les perdonará a ustedes…» Pero a veces se nos pone hasta más difícil perdonar a los que nos ofenden. Porque, aunque no haya sido uno el culpable y decidimos ir a hablar y disculparnos por nuestras acciones, a veces esa otra persona no quiere ni hablar con uno.

Pero, ¿saben qué? Ya entonces eso queda entre esa persona y Dios. Porque nosotros cumplimos como cristianos en reconocer nuestros errores y lo que es hasta más importante, cumplimos con la palabra de nuestro Señor.

Hermanos, no es fácil dejar que esos que nos ofenden se piensen que se salieron con la suya, pero ¿de qué nos vale discutir con esas personas que sabemos que eso es lo que están buscando? Y ¿de qué nos vale quedarnos disgustado con alguien sobre cosas que no tienen sentido?

Esto me recuerda de un tema que ha causado un disgusto tan grande entre dos amigos míos, que ahora no se están ni hablando. Y ¿saben por qué fue el disgusto? Porque uno dijo que piensa votar en las elecciones presidenciales del 2024 por Donald Trump, y el otro dijo que piensa votar por Joe Biden.

Por lo que tengo entendido, se dijeron horrores cuando se pusieron hablar de la política y se pelearon. Parece que se ha acabado una amistad de más de 30 años. Y lo más lindo del caso es que se acabo como ¡la fiesta del Guatao!

Increíble, ¿no es cierto? Pero así pasa a veces si lo permitimos. Participamos en discusiones que no tienen sentido, y cuando venimos a ver se forman tremendos problemas, que todo lo que causan es división y angustia.

En conclusión

Tenemos que recordarnos que si oramos con un corazón lleno de resentimiento, eso no le agrada al Señor y no va a escuchar nuestras oraciones. Por eso antes de orar, debemos hacer un diagnostico de nuestro corazón.

Si sentimos algún resentimiento, se lo tenemos que entregar a nuestro Señor para que nos perdone, y nos limpie de cualquier iniquidad que podamos tener, y podamos ser de corazón puro. Y esto es algo que también queda bien reflejado en Isaías 59:2 que nos dice así: «…Las iniquidades de ustedes son las que hacen separación entre ustedes y su Dios. Sus pecados han hecho que su rostro se oculte de ustedes para no escuchar…»

Hermanos, envés de hacer un llamado hoy, les voy a pedir que por favor oremos unido como congregación por cada uno de nosotros.

Padre, venimos unidos ante ti como tu congregación, orando por el bienestar de cada uno de nosotros. Sabemos el poder tan grande que hay en la oración del creyente fiel. Señor, venimos arrepentidos por nuestros pecados y te pedimos perdón para que limpies nuestros corazones.

Te pedimos Señor que nos mantengas saludables, de corazón puro, y libre del peligro que existe en este mundo. Señor, te pedimos que sea tu voluntad la que se haga en nuestra vida en todo momento y que nos des la fuerza que necesitamos para no desviarnos de tus caminos. Padre, queremos hacer las cosas que te agradan a ti. Señor, también te pedimos que sigas dándonos más entendimiento de tu palabra. En nombre de tu santo hijo Cristo, Jesús oramos, Amén.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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