Actuando de corazón
Predicas Cristianas: Actuando de corazón
Tabla de Contenido
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Texto Bíblico: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” Colosenses 3:23
Introducción
Para muchos las obras son de mucha importancia para obtener la salvación, para otros las obras no tienen ninguna importancia en la salvación de nuestra alma. Lo cierto es que somos salvos por la fe y no por obras para que nadie se gloríe. Pero el apóstol Pablo escribe que si alguien ha de gloriarse que lo haga en el Señor (2 Corintios 10:17). Debemos regocijarnos en el conocimiento de Dios y en vivir para Él.
Así que si vivimos para el Señor la forma en que nos comportemos, las cosas que pensemos y hacemos tienen importancia para agradar al Señor. Entonces esas obras deben ser buenas y no desagradar a nuestro Señor. Las obras que hagamos deben estar de acuerdo a su voluntad y ser agradables a Dios.
Mientras estemos en esta tierra debemos vivir, actuar y obrar de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor. Todas las cosas que hablamos deben estar aprobadas por el Señor. Dios es santo y quiere que nosotros lo seamos también, por lo tanto nuestras obras deben ser santas, deben ser buenas, deben llegar a la presencia de Dios y ser como un perfume delante de Él. Para el mundo esto es imposible, pero para los hijos de Dios es una posibilidad que puede ser hecha en el Señor.
I. Actuando de corazón para el Señor
Como leemos en este versículo de Colosenses 3:23 todo lo que hagamos debe ser para el Señor. En este versículo Dios empieza diciéndonos que todo lo que hagamos, no solo aquellas cosas que corresponden a la iglesia, sino aquellas cosas que son familiares, que son comunes a todas las personas, todo lo que hagamos debe ser como para el Señor.
Dios no quiere que hagamos distinción en las cosas que son santas y las que no lo son en nuestra vida, todas las cosas las debemos hacer en santidad para Dios. Por ejemplo ir a trabajar, encaminarnos para el colegio, ir de compras al supermercado, son cosas que generalmente no pondríamos en las cosas de Dios, pero todas ellas las debemos hacer pensando que son hechas como para Dios.
Cuando comprendemos que todo lo que hacemos es visto por el Señor cambiamos la manera en que hacemos cada cosa, pensamos en cada decisión de nuestro día. Porque Dios está atento a nuestros pasos y debemos hacer las cosas para Él, entonces cada acción tiene un significado.
a. Haciendo bien las cosas (Salmos 33:3)
Dios nos pide que si hacemos algo para Él debemos hacerlo bien. No solo hacer las cosas por cumplir un requisito o hacerlo sin tomar en cuenta que Dios nos ve. Debemos procurar que todo lo que hacemos lo hagamos bien, de la mejor manera posible.
Porque las cosas no las hacemos para agradar a los hombres, sino para agradar a Dios. A Dios debemos entregar cada día y cada acción que tomemos durante este. El Señor nos ve y se agradará cuando vea que nos esforzamos por hacer las cosas bien y se las entreguemos a Él. Así no estaremos ofreciendo a Dios algo mal hecho sino lo mejor que puedan hacer nuestras manos y los mejores pensamientos que podamos tener cada día.
b. Actuando de corazón como Cristo nos enseñó (Colosenses 3:13)
Si tenemos duda de cómo hacer las cosas basta con leer en las escrituras el comportamiento del Señor. En todo el tiempo que estuvo entre nosotros se comportó de una manera intachable, dándonos ejemplo de cómo debe ser una persona temerosa de Dios y que vive para Él.
Así que sigamos el ejemplo del Señor y que nuestro comportamiento sea intachable ante los demás, cumpliendo con la voluntad del Señor y sirviendo de bendición para todo el mundo. Así nos enseñó Cristo, a vivir para Dios.
c. Actuando de corazón en el nombre del Señor (Colosenses 3:17)
Todo lo que hagamos entonces tenemos que hacerlo actuando de corazón en el nombre del Señor. Esto demuestra que no hacemos las cosas por nosotros mismos ni para nosotros, sino que las hacemos en el nombre, en el poder de Dios.
Si somos hijos de Dios hemos sido rescatados y no vivimos más para agradarnos, sino para agradar a Dios. Somos obedientes y hacemos lo que Dios nos manda, aunque sus mandamientos nos parezcan imposibles de cumplir pero si Dios nos envía debemos obedecer.
Así como Moisés fue y habló con faraón, él sabía que no tenía la habilidad para hablar con el gobernante, pero en el nombre del Señor fue y lo hizo. También Pedro en la pesca milagrosa, no pescaron nada durante toda la noche pero cuando lanzó la red en el nombre del Señor fue grande la pesca.
Esto requiere fe en Dios, el atreverse a hacer cosas imposibles para nosotros pero hacerlas en el nombre del Señor y ver cómo Él actúa con poder en nuestra vida. Dios nos manda que usemos el nombre del Señor y hagamos las cosas para Él.
d. Actuando de corazón para glorificar al Señor (1 Corintios 10:31)
Si Dios nos permite ver su poder manifestado en nuestra vida debemos darle a Él toda la gloria. Con solo ver la luz de un día más es motivo de agradecer al Señor y darle adoración.
Dios hace milagros en nuestra vida cada día y merece el honor por todo ello.
Cada obra que hagamos, cada decisión que tomemos, cada acción en nuestra vida debemos hacerla bien, para el Señor, así como Cristo obró en esta tierra, en el nombre del Señor y para su gloria y no la nuestra.
II. Actuando de corazón no para los hombres
Muchas veces nos confundimos y pensamos en hacer algo por alguien más. Ciertamente hacemos muchas cosas por nuestra familia, por los amigos, por nuestros jefes, pero cada una de esas obras las debemos hacer como si fueran para Dios. Al tomar en cuenta esto estaremos tomando solo buenas acciones y seremos agradables a los ojos de otras personas.
Pero cuando obramos no esperamos nada a cambio, pues no entregamos nuestras obras a los hombres sino a Dios. Jesús dijo que cuando hacemos buenas cosas a sus pequeños a Él estamos agradando. También la palabra nos dice que muchos sin saberlo hospedaron ángeles de Dios. Por lo tanto todas nuestras acciones deben ser hechas para Dios y no para los hombres.
De esta manera también nos libramos de esperar algo a cambio. Porque muchas veces las personas a las que les hacemos un bien ni siquiera agradecen, pero como no lo hacemos para las personas nos libramos de esperar ese agradecimiento, Dios se encargará de pagarnos según nuestras obras y no los hombres.
a. Sin andar en la carne (Romanos 13:14)
Las cosas que hacemos deben ser en el espíritu y no para satisfacer los deseos de la carne. Si lo que hacemos es para agradarnos a nosotros mismos, para agradar a alguien más o para sobornar o recibir algún favor, estamos en la carne y no agradará al Señor. Por tal motivo debemos examinarnos y no permitir que nuestras obras sean para satisfacer los deseos de la carne que son contrarios a los deseos del espíritu.
b. Para ser siervos de Cristo (Gálatas 1:10)
Jesús dijo que ninguno puede servir a dos señores, así es que si agradamos al mundo estaremos en contra de la voluntad de Dios, pero si agradamos a Dios en lugar de agradar al mundo seremos siervos del Señor.
Debe ser nuestro deseo, desde lo profundo del corazón, el ser siervos del Dios Altísimo. No hay una mejor posición para nuestra vida que estar a los pies del Señor, por lo tanto a Él debemos servir.
III. Consecuencias de obrar para Dios
Pero Dios no se queda con nada. Si somos agradables a Él en todo lo que hagamos recibiremos de él recompensa. Conviene ser siervos de Dios y obedecer su palabra en cada uno de sus mandamientos y que nuestra vida entera sea entregada al Señor.
a. Nos libra de los enemigos (2 Samuel 3:18)
Dios nos libra de nuestros enemigos. Al venir a los pies de Cristo y vivir para Dios tenemos por enemigo al mundo entero, pero el Señor conoce nuestras necesidades y nos libra de todo mal. Jesús le dijo a sus discípulos que cuando fueran apresados ni siquiera pensaran en lo que habrían de decir en su defensa, el Espíritu Santo hablaría por ellos. Así es todo hijo de Dios que le obedece, es librado de los enemigos por el poder de su amor.
b. Nos da la victoria (1 Corintios 15:57)
El Señor nos dará la victoria. La victoria no viene a nuestra vida por nuestro esfuerzo, por nuestra valentía ni por la manera que enfrentamos las situaciones, viene a nuestra vida si y sólo si estamos bajo la mano del Señor.
La victoria viene a nuestra vida por la mano de Dios. La victoria no la obtenemos sino que Dios la obtiene y nos la entrega. Nuestro esfuerzo entonces debe ser por obedecer a nuestro Padre y hacer todo lo que Él nos pida.
c. Nos mostrará Su gloria (Levítico 9:6)
Si cumplimos los mandamientos de Dios, si le obedecemos en cada palabra que nos mande, seremos agradables delante de Él y nos mostrará Su gloria. Si queremos ver la gloria de Dios debemos ser obedientes y fieles a su palabra.
Para Concluir
Ahora sabemos que todo lo que hagamos lo debemos hacer para Dios y entregarlo en sus manos. Dios se agrada cuando hacemos las cosas bien, en su nombre y para Él. No hacemos las cosas en la carne ni para agradar al mundo, lo hacemos para agradar al Señor.
Dios quiere mostrarnos su gloria, solo nos pide que hagamos las cosas correctamente, obedeciendo su palabra y que hagamos todo para la gloria de su nombre. Entonces nos dará la victoria y veremos su gloria manifestada en nuestra vida.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.
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