Clama a mí y yo te responderé
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Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Clama a mí y yo te responderé
Predicas Cristianas Texto Bíblico: Jeremías 33:3
Introducción
Todo creyente sabe muy bien que la oración es la única arma que tenemos para no solo defendernos de los ataques del enemigo, sino para atacar a los poderes de las tinieblas cuando tratan de invadir nuevamente nuestra vida.
Digo esto porque cuando oramos, nosotros no estamos dependiendo ni limitados a nuestras propias fuerzas, sino lo que estamos haciendo es invocar el poder del todopoderoso sobre nuestra vida.
Cuando oramos le estamos pidiendo a Dios que sea Él quien guie nuestros pasos, y/o elimine de nuestra vida esas situaciones o dificultades por las que podamos estar atravesando.
Clama a mí
Un creyente que clama es aquel que ha aprendido a reconocer dos cosas muy importantes.
Primero, aprendes que no importa lo que puedas hacer. Siempre surgirán situaciones que están completamente fuera de nuestro control.
En segundo lugar, y lo más importante, nos damos cuenta de que sin la ayuda de Dios no podemos salir adelante. En otras palabras, nos damos cuenta de que sin la ayuda y la fuerza de Dios, no podemos vencer estos ataques del enemigo que busca separarnos de su presencia y voluntad de Dios.
Clama a mí y yo te responderé
Ahora debemos preguntarnos, ¿qué podemos hacer para que nuestras oraciones sean más eficaces? Este será el tema de la prédica de hoy.
La palabra de Dios nos dice: “Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: 2 Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: 3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:1-3)
Predica de Hoy: Clama a mí, y yo te responderé
Deseo que notemos que Jeremías recibió esta promesa de Dios mientras él atravesaba unos momentos muy difíciles en su vida. Según podemos ver claramente en las escrituras, Jeremías estaba preso (vers. 1). ¿Por qué estaba preso?
La razón por la que Jeremías estaba preso fue porque él obedeció a Dios, y le entregó un mensaje profético al rey. Jeremías le dio al rey un mensaje de Dios que el rey no quería escuchar, y mucho menos aceptar. Lo que el rey escucho de Jeremías fue que debido al quebrantamiento de las leyes de Dios, su reino y el pueblo seria conquistado por Babilonia (Jeremías 21:9-10).
Ahora debemos preguntarnos; ¿Por qué fue que Dios le dio esta advertencia tan severa al pueblo de ese entonces? Me atrevo a decir que la razón principal por la que Dios les dio esta advertencia tan severa fue porque el pueblo de ese entonces, al igual que el pueblo hoy en día, ha desarrollado una actitud errónea en cuanto a Dios y Su palabra. ¿Qué les estoy tratando de decir con esto?
Hermanos, la triste realidad de todo, es que a través del tiempo, el pueblo de Dios ha llegado a pensar que Dios es como un mendigo pidiendo limosnas. Esta es la imagen de Dios más errónea que existe. Dios no es un mendigo con una lata sentado frente al templo rogando que Su pueblo se arrepienta.
Claro está en que el placer más grande que le podemos dar a Dios es arrepentirnos de nuestros malos caminos, y que nos volvamos a Él, ya que Él desea que todos seamos salvos (Mateo 18:14; 1 Timoteo 2:3-4). Pero llega el momento cuando Su ira desciende sobre todos aquellos que escogen hacer el mal (Ezequiel 7:8).
Ahora deseo aclarar algo. Todo cristiano sabe muy bien que Dios es un Dios misericordioso. De esto no cabe duda. Pero lo que siempre debemos y tenemos que recordar es que cuando vamos en contra de la palabra de Dios, cuando decidimos reincidir en el pecado, estas acciones producirán que la ira de Dios descienda sobre nosotros. Y esto fue exactamente lo que sucedió con el pueblo de ese entonces (Jeremías 32:35).
A pesar de que tenían profetas, y escuchaban los mensajes de Dios, este pueblo escogió no hacerle caso, y reincidieron en conducir vidas pecaminosas. Y cuando escogemos no seguir los caminos del Señor, las consecuencias son drásticas. Digo que las consecuencias son drásticas porque ellos lo perdieron todo (Jeremías 17:3-4).
Lamentablemente existen muchos en el pueblo de Dios que al igual que el pueblo de ese entonces lo pierden todo. Es decir, se pierden todas las ricas y abundantes bendiciones de Dios debido a su rebeldía, y falta a la palabra de Dios.
¿Podemos nosotros hacer algo que esto no nos suceda? ¡Claro que si! Lo que tenemos que hacer es serle fiel a Dios y a Su palabra. Tenemos que cambiar nuestro rumbo, y dejar a tras las cosas del mundo y seguir a Jesucristo.
La promesa de Dios: “Clama a mí, y yo te responderé”
Esta tiene que ser una de las promesa de Dios más importante que existe en la biblia. ¿Por qué digo esto? Bueno, imagínate esto, mientras oras, el Todopoderoso se detiene a escuchar tu clamor. Y no solo que se detiene para escuchar tu oración, sino que está dispuesto a contestarla, y a enseñarnos la salida a nuestra situación y/o sufrimiento. Escucha como Él te dice: “te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” ¿Por qué nos dice Dios esto?
Dios nos dice esto porque cuando clamamos a Él, en esencia lo que estamos haciendo es admitiendo nuestra debilidad humana, y reconociendo que solo Él es capaz de socorrernos. La realidad es que el enemigo de las almas ha plantado diversas trampas en las que podemos caer.
Hermanos, las trampas del enemigo solo tienen la intención de hacernos caer en la esclavitud del pecado, y vivir una vida miserable. Pero incluso cuando caes, incluso cuando le das la espalda a Dios, cuando te arrepientes sinceramente y te vuelves a Él, Dios te dice: “Clama a mí, y yo te responderé”. Todavía tiene tiempo, Dios es misericordioso y desea que te acerques a Él, y hagas Su voluntad. Pero recuerda que el no te va a caer atrás, ni esta mendingando que te arrepientas.
Lo le des la espalda a Dios como hiso el pueblo de Dios en ese entonces; presta atención a Su palabra. No seas como la gente de hoy que ha optado por ignorar las advertencias de Dios, y optar por volverse al pecado y la abominación.
Ha llegado el momento de renunciar a todas las cosas del mundo, e invocar a nuestro Dios. El mundo de hoy está pasando por una situación muy difícil. Durante la pandemia todos estuvimos encerrados en nuestras casas, y no se nos permitía asistir a las reuniones de la iglesia ni estudiar la Biblia, etc. Pero lo que los líderes nunca pudieron, ni podrán jamás hacer es impedir que invoquemos al Señor.
Conclusión
Recuerda que Él te ha dicho: “…Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces…”
Regresando a la pregunta inicial de esta predicación, ¿qué podemos hacer para que nuestras oraciones sean más eficaces? Lo que tenemos que hacer no es solo orar, sino que tenemos que clamar.
No debemos orar por si acaso, como muchos están acostumbrados a hacer. Sino que tenemos que clamar; esto es levantar nuestras voces con vehemencia y pedirle a Dios que nos ayude a vencer esa situación o momento difícil por el que podamos estar atravesando.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.