Ceguera espiritual
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Prédica de Hoy: Ceguera espiritual – Conforme a vuestra fe os sea hecho
© José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 9:27-31
Introducción
La semana pasada tocamos brevemente el punto de la ceguera espiritual. Si se acuerdan, les dije que en ocasiones, cuando a nuestra vida llega la adversidad o situaciones difíciles nuestra fe se debilita.
El problema está en que en la mayoría de los casos la fe debilitada afecta directamente de la manera que somos y actuamos, y cuando llegamos a éste punto en nuestra vida, entonces llega a nosotros la ceguera espiritual.
La ceguera espiritual te ata
Les puedo decir que la ceguera espiritual es responsable de mantener a muchos atados a las cosas de éste mundo; la ceguera espiritual es responsable de mantener a muchos atados a los sufrimientos del pasado; la ceguera espiritual es responsable de mantener a muchos atados y alejados de la voluntad de Dios. Ahora pregunto: ¿es esto lo que Dios desea para Su pueblo? .
La respuesta todos la conocemos y es ¡NO! El Señor quiere liberarnos de toda atadura para que podamos conducir una vida abundante. Cristo quiere que conduzcamos una vida gozosa, y victoriosa pero poder lograr el gozo y éxito que Él desea que tengamos existe una condición que tenemos que cumplir. Esta condición es que tenemos que fijar nuestra mirada en Cristo.
Es por eso que en el día de hoy deseo que examinemos unos versículos que abrirán nuestros ojos; unos versículos que nos demostraran tres pasos a seguir para obtener la liberación que buscamos. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
Ceguera espiritual
Mateo 9:27-31 – Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! 28Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. 29Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. 31Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
Aquí tenemos a dos ciegos que aparentemente estaban sentados cerca de donde Jesús iba pasando. Digo que estaban sentados porque en esos tiempos no existía la educación, oportunidades, y recursos disponibles que tiene una persona deshabilitada hoy en día, lo que quiere decir que en la mayoría de los casos los deshabilitados eran mendigos.
Ellos se sentaban en determinados lugares, usualmente en las avenidas o calles principales y pedían limosnas. Así que aquí tenemos a estos dos hombres, estas dos personas que no tenían recursos.
Aquí tenemos a estos dos hombres que estaban en una completa oscuridad, cuando de repente escucharon que cerca de ellos iba pasando Jesús, que iba pasando ese hombre de quien muchos hablaban que hacia milagros. Ahora, detengámonos aquí por un instante y hagamos una comparación entre la vida de esos dos hombres y la vida de muchos de nosotros hoy en día.
Nosotros desconocemos que tiempo estos hombres llevaban ciegos, no sabemos si fue que nacieron ciegos o si fue a causa de una enfermedad que ellos perdieron la vista, pero el caso es que ellos no veían.
Preguntémonos: ¿existen ciegos entre nosotros?
Es necesario que nos hagamos ésta pregunta porque desdichadamente existen numerosas personas que se encuentran al igual que estos dos hombres. Digo esto porque desdichadamente existen muchos en el mundo que no conocen a Cristo; muchos que han oído hablar acerca de éste hombre que camino la tierra dos mil años atrás haciendo milagros pero que nunca le han conocido.
Esta es la gran realidad para todos aquellos que aun viven en el mundo, pero les digo que es algo que también se ve en el propio pueblo de Dios. En otras palabras es algo que también encontramos en muchos creyentes, y es aquí donde comienza la lección para nosotros en el día de hoy..
Como les dije, desconocemos la razón o el tiempo que estos dos hombres llevaban ciegos, pero lo que sí sabemos es que vivían en la oscuridad. Ellos vivían a la merced de otros, vivían de las limosnas que podían colectar a diario..
Pero aquí en estos versículos encontramos una gran lección de cómo ellos obtuvieron la misericordia de Dios. En estos versículos encontramos la lección que muchos de nosotros tenemos que aprender. Digo esto porque una buena porción de creyentes en determinados momentos pierden la visión; una buena porción de creyentes en determinados momentos permiten ser cegados.
Existen numerosas razones por lo que esto sucede; puede que sea debido a un problema o situación, puede que sea debido al ego; puede que sea debido a circunstancias especificas; puede que sea porque aun no le conocemos a profundidad.
En si las razones son diversas y numerosas, pero el caso está en que permitimos ser cegados. ¿Qué lección debemos aprender de estos dos hombres aquí? Veamos que hicieron ellos; aquí existen tres pasos a seguir, y cuando los cumplimos existe un resultado inevitable..
Primer paso para ser sanados de la ceguera espiritual
Aquí leemos que: «Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!» Creo que sin dudas algunas todos aquí podemos ver claramente que lo primero que tenemos que hacer para ser liberados de la ceguera espiritual es dirigirnos a Él.
En otras palabras tenemos que orar reconociéndole por quien Él es; Él es el Rey de Reyes y Señor de Señores. Con sus acciones esto fue lo que estos dos hombres hicieron. Cuando estudiamos la Palabra detenidamente no es difícil encontrar que en varias ocasiones a Jesús se le refería como “Señor” y como “Hijo de David”.
Estos títulos de honor expresaban la fe que muchos sentían en Él. Digo esto porque al llamarle Señor ellos estaban expresando el sentido de Su deidad, dominio y poder, y al llamarle “Hijo de David”, ellos estaban profesando que Él era el Mesías. Así que estos dos hombres le reconocieron como el Mesías, y ellos clamaron la misericordia de Dios.
Algo que le sucede a una buena porción del pueblo de Dios frecuentemente es que al enfrentarse a situaciones o momentos difíciles, muchos pierden la visión. ¿Sucede esto por coincidencia?
La respuesta es ¡NO! Satanás tiene a sus demonios rodeándonos esperando a que estemos débiles para cegarnos, así detener que veamos la gloria de Dios en todo lo que sucede en nuestra vida.
¿Ha escuchado alguien aquí ese dicho: «no puede ver el bosque debido a los árboles?» Éste dicho es la triste realidad en la vida espiritual de muchos. El enemigo sabe que cuando no tenemos una línea de comunicación establecida con nuestro Padre entonces él podrá desviarnos fácilmente de los caminos de Dios.
Un cristiano que no ora, es un cristiano que no tiene una línea de comunicación abierta con Dios; un cristiano que no ora nunca podrá vencer los ataques del enemigo. Un cristiano que no hace estas cosas esta condenado a padecer de la ceguera espiritual.
Esto es algo que queda bien reflejado en las palabras del Señor en Mateo 26:41 cuando leemos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Nosotros somos débiles, y la oración es la que nos fortalece.
Recordemos siempre que nosotros no estamos destinados a sufrir; no estamos destinados para vivir en tinieblas; no estamos destinados a vivir en la oscuridad y desahuciados.
Como cristianos nosotros no estamos llamados a vivir a la merced de éste mundo
Nosotros estamos llamados a vivir en el reino de Dios; esto es porque ahora somos hijos de Dios. Fíjense bien lo que encontramos en Juan 1:12-13 cuando leemos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
El creyente fiel es muy especial para Dios
Esto es algo que queda bien declarado en las palabras del apóstol cuando describe al pueblo de Dios según encontramos en 1 Pedro 2:9 cuando leemos: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.”
Así que si has perdido tu vista, o si aun no le conoces, el primer paso a seguir es acercarte a Dios en oración; dirigirte al Señor directamente y clamar misericordia.
Fíjense bien en lo que encontramos en 1 Tesalonicenses 5:17-18 cuando leemos: “Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.» El primer paso a seguir es establecer una línea de comunicación directa con Dios.
Segundo paso para ser sanados de la ceguera espiritual
Continuando con nuestro estudio leemos: «Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos…» La lección que debemos aprender aquí es que no podemos permitir que nada nos detenga de acercarnos a Su presencia.
En nuestra vida existirán obstáculos que trataran de detenernos para llegar a Su presencia. Se presentaran tropiezos que trataran de hacernos caer y apartarnos de Su voluntad. Pero si decimos que somos hijos de Dios, entonces no podemos permitir que nada nos detenga.
Tenemos que conquistar toda oposición, tenemos que ser perseverantes. Fíjense bien lo que nos dice las escrituras en 2 Juan 1:9 cuando leemos: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” Dile a la persona que tienes a tu lado: hay que perseverar.
En el caso de estos dos hombres, ellos eran ciegos. En otras palabras ellos no podían llegar a los lugares sin que alguien les ayudara, pero ellos no permitieron que sus limitaciones les detuvieran conocer a Cristo.
Ellos fueron tras Él, ellos fueron a donde Él se encontraba, ellos conquistaron toda oposición porque en su corazón ellos tenían la certeza de que solo Él les podría ayudar.
Nosotros nos enfrentamos a situaciones no muy diferentes a ésta. A diario se nos presentan situaciones cuando debemos buscar Su presencia, pero en muchas ocasiones no lo hacemos. ¿Por qué no lo hacemos? No lo hacemos porque en muchas ocasiones estamos sufriendo de ceguera espiritual.
En otras palabras la ceguera espiritual hace más fácil que los impulsos de la carne nos domine, dejamos que las cosas de éste mundo nos detengan, dejamos de buscar de Dios.
Les digo en el día de hoy que nosotros todos tenemos que buscar más de Dios. Les digo en el día de hoy que nosotros tenemos que pedirle a Dios que nos sane de la ceguera espiritual. Les digo en el día de hoy que todos debemos ser más como estos dos hombres aquí, ser persistentes, y buscar la manera de correr no caminar hacia donde está nuestro Señor. Cuando hacemos esto veremos el mismo resultado que ellos obtuvieron en ese instante; seremos inmediatamente sanados de la ceguera espiritual.
La mayor razón por la que muchos dentro del pueblo de Dios sufre es porque no han tomado el tiempo de desarrollar una relación intima con nuestro Rey y Salvador..
La mayoría del pueblo de Dios con frecuencia deja que las oposiciones y los ataques del enemigo influyan nuestra relación con Cristo. Dejan que las cosas de éste mundo, dejan que el desanimo, la tristeza, y la vagancia los aparte de lo que Dios tiene con nosotros.
Pero éste no fue el caso con estos dos hombres, y Cristo vio que ellos habían combatido toda oposición; que ellos habían vencido todo obstáculo para llegar a Él. Lo mismo se aplica a nuestra vida, nosotros tenemos que pelear en contra de toda oposición, tenemos que combatir los ataques del enemigo en todo momento.
En el caso de estos dos hombres ellos no podían alcanzar ver a Cristo, pero ellos vencieron; ellos no se detuvieron, ellos llegaron ante Su presencia. Así que si has perdido tu vista, o aun no le conoces, el segundo paso a seguir es buscar Su presencia y conquistar todo obstáculo.
Tercer paso para ser sanados de la ceguera espiritual
Aquí leemos: «…y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. 29Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.» ¿Se han dado cuenta de lo que sucedió aquí? La fe que ellos demostraron fue lo que les sano..
Lo que sucede muy a menudo es que nosotros no tenemos mucha dificultad en confiar en las cosas de éste mundo, pero cuando llega el momento de confiar en el único merecedor de nuestra confianza, cuando llega el momento de declarar nuestra fe simplemente fracasamos. Éste es el error más grande que la mayoría de nosotros cometemos.
En muchas ocasiones cuando las cosas se ponen difíciles en vez de fortalecernos en nuestra fe, en vez de declarar la victoria, nos dejamos derrotar. Esto sucede porque nosotros dejamos de darle a Dios lo que Él se merece. Dile a la persona que tienes a tu lado, «démosle a Dios lo que se merece.» ¿Qué merece Dios? .
Dios merece una fe inmovible
Estoy seguro que todos aquí queremos agradar a Dios, ¿verdad? Todos aquí queremos que nuestro Padre esté orgulloso de nosotros, ¿verdad? Pero les digo que cuando nuestra fe no es inmovible entonces no gradamos a Dios, y no le será muy difícil al enemigo de desviarnos de la voluntad de Dios.
Hermanos cuando nuestra fe nos falla, entonces le faltamos a Dios y no recibiremos nada de Él. Esto es algo que encontramos bien reflejado en Santiago 1:6-7 cuando leemos: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.”
Algo que no me canso de repetir es que nuestra fe es la marca que distingue al pueblo de Dios del mundo. La gran realidad de nuestro caminar es que nunca podremos tener un acercamiento a Él si no creemos o dudamos en quien Él es.
Todos nosotros tenemos que buscar más de Dios con todo nuestro corazón. Fíjense bien en la importancia de esto; en el momento que Cristo entro en la vida de estos dos hombres vemos que hubo un cambio completo. Ellos no dudaron ni por un segundo de quien Él era y lo que podía hacer.
La realidad del caso es que la fe es lo único que mueve nuestro mundo, lo único que mueve el Reino de Dios. Así que si has perdido tu vista, o aun no le conoces, el tercer paso a seguir es reforzar la fe; y esto es algo que lograremos hacer solo a través de Su Palabra.
Para concluir
Cuando damos estos tres pasos algo inevitable sucede. Aquí leemos: «Y los ojos de ellos fueron abiertos.» cuando le reconocemos por quien Él es, cuando oramos y pedimos misericordia, cuando estamos dispuestos a persistir y a conquistar todo obstáculo, cuando nuestra fe es absoluta, Dios nos ayuda a estar firme en nuestra fe.
A través de la oración Dios nos fortalece. Dios nos ayuda a combatir toda situación. Dios nos da la victoria sobre todas las cosas. Dios quita esa ceguera, Dios levanta esa oscuridad de nuestros ojos porque Dios es más que capaz de suplir nuestras necesidades.
Esto es algo que queda bien reflejado en las palabras del apóstol en 2 Corintios 9:8 cuando leemos: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.” .
No podemos permitir que la falta de fe nos limite; no podemos permitir que en nuestra vida exista una falta de comunicación con nuestro Padre.
No podemos permitir que el diablo nos mienta, nos ciegue, y nos aleje de Su presencia. Tenemos que confiar que Dios suplirá nuestras necesidades y que Él aclarara nuestros pensamientos o preocupaciones. Tenemos que reprender en todo momento a ese demonio de apatía y duda.
El Señor le dijo a estos dos hombres: “Conforme a vuestra fe os sea hecho.” Será conforme a nuestra fe que recibiremos la liberación que tanto buscamos.
Será conforme a nuestra fe que recibiremos la sanidad de la ceguera espiritual. Será conforme a nuestra fe que recibiremos las ricas y abundantes bendiciones de Dios.
Así que recordemos siempre: “Conforme a vuestra fe os sea hecho.”
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.