Paciencia

Paciencia

Prédica de Hoy: Paciencia

Por: © José R. Hernández, Pastor
El Nuevo Pacto, Hialeah, FL. (1999-2019)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: 2 Pedro 1:3-8

Introducción

Si se acuerdan, la semana pasada toque brevemente el punto de ser pacientes. La razón porque les hable brevemente acerca de ese tema es porque la gran realidad es que la mayoría de nosotros, sino todos, somos impacientes en cuanto a las cosas.

El problema está en que nuestra impaciencia en casi toda ocasión nos conduce a tomar determinaciones y/o formar opiniones que no edifican sino que suelen conducirnos a problemas y dificultades.

No estar dispuestos a esperar en Dios, en casi toda ocasión nos aleja de Su perfecta voluntad y nos conduce al sufrimiento. La impaciencia nos conduce a problemas que bien pudieran ser evitados, y esto se aplica a todo aspecto de nuestra vida.

Es por eso que en el día de hoy deseo que estudiemos más de cerca la paciencia, quiero que exploremos ésta virtud que suele escasear en la vida de muchas personas. Pasemos ahora a la Palabra de Dios que estaremos utilizando en el día de hoy.

¿Tenemos paciencia? 

Como les dije hace un breve instante, el ser humano tiende a ser impaciente; ¿cuántos están de acuerdo con esto? Claro está en que existen algunos que tenemos más paciencia que otros, pero la realidad es que tarde o temprano a todos se nos agota la paciencia.

Tarde o temprano llega el momento cuando no queremos esperar más y hacemos las cosas por nuestra propia voluntad y de la manera que pensamos que es mejor. Pero la impaciencia es uno de los problemas más serio que enfrenta el creyente.

La paciencia el un mundo instánteneo

La mayoría de nosotros aquí fuimos criados en el mundo “instantáneo”. Fuimos criados en un mundo apurado, es como dice ese refrán, “vivimos en la senda rápida.” Esto es la gran realidad para las cosas del mundo, café instantáneo, sopas instantáneas, comidas congeladas instantáneas, y riquezas instantáneas como pudiese ser un billete ganador de la lotería.

Lo que ha sucedido es que nos hemos acostumbrado tanto a lo instantáneo que en ocasiones tratamos de aplicar éste estilo de vida a las cosas de Dios. Digo esto porque en numerosas ocasiones, cuando oramos por una situación, dificultad, o problema, si no recibimos la respuesta que esperamos de inmediato, entonces pensamos que Dios no nos responde.

Cuando las cosas no suceden instantáneamente pensamos que Él no nos escucha, y a consecuencia dejamos de orar, en otras palabras le permitimos al enemigo que debilite nuestra fe y que nos derrote. Pero debemos preguntarnos ahora: ¿deja Dios de escuchar las oraciones del creyente fiel? La respuesta a ésta pregunta es un absoluto ¡NO!

Esto es algo que queda bien afirmado en Juan 9:31 cuando leemos: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.” Pero lo que sucede es que Dios nos responde en el tiempo adecuado, Él nos responde en el momento exacto, no antes y no después.

El problema que existe es que en la mayoría de los casos nosotros tratamos de imponerle a Dios nuestras agendas, pero porque nosotros somos imperfectos, nuestra agenda raramente coincide con la agenda de Dios. .

Como les dije, en ocasiones muchos de nosotros pensamos que Dios no nos escucha, pensamos que Dios no está haciendo nada, pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros. En ocasiones nos frustramos al ver como personas que no sirven a Dios aparentemente prosperan, mientras que nosotros que hemos escogido hacer Su voluntad tal parece que nunca salimos adelante. Pero cuando éste pensamiento llegue a nuestra mente tenemos reconocerlo por lo que es; tenemos que identificarle como un ataque del enemigo.

Esto es algo que queda bien reflejado en las palabras de nuestro Señor en Mateo 16:26-27 cuando leemos: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? 27Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras…” Dile a la persona que tienes a tu lado, no te dejes derrotar..

En los versículos que estamos explorando hoy encontramos que se nos dice: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.

En estos versículos encontramos como podemos vencer estos ataques que buscan derrotarnos. Las palabras claves aquí siendo: “nos ha dado preciosas y grandísimas promesas…” Dios en su infinita misericordia nos ha entregado la promesa de una vida bendecida, nos ha entregado la promesa de una vida llena de paz y gozo, nos ha entregado la promesa de la vida eterna. Pero para poder ser recibidores de estas “preciosas y grandísimas promesas”, tenemos que aprender a ser pacientes. ¿Por qué digo esto?

Impaciencia por lo material

Digo esto porque nuestra impaciencia por las cosas materiales, en la mayoría de los casos nos conduce a endeudarnos de tal manera que perdemos nuestra paz y gozo; en otras palabras casi no podemos ni dormir porque estamos atormentados por los pagos que ahora debemos hacer a los acreedores.

Nuestra impaciencia con nuestro cónyuge nos conduce a que perdamos de vista las bendiciones que representan, y la paz y gozo que existe en el matrimonio; en otras palabras no podemos ni casi dormir porque continuamos maquinando en nuestra mente una discusión o malentendido.

Nuestra impaciencia con nuestros hijos al ver como cometen errores nos conducen a que actuemos y digamos cosas que hieren; esto conlleva a que la paz y gozo que existe en la relación de padre e hijo se valla desgastando de tal forma, hasta que llegue el momento cuando ellos ya no quieren estar con nosotros. Tenemos que aprender a esperar en el Señor.

Permítanme ilustrarles todo esto de otra manera. En ocasiones nuestro caminar Cristiano es semejante a un rompecabezas. ¿Cuántos aquí han armado un rompecabezas?, creo que una mejor pregunta seria: ¿cuántos aquí tienen la paciencia para armar un rompecabezas? Toda persona que ha armado un rompe cabeza sabe muy bien que mientras más piezas tenga el rompe cabeza, más difícil es de armar, ¿verdad?

Estoy seguro que si ahora yo les entregará a cada uno de ustedes un rompecabezas de digamos 5000 piezas en una bolsa sin una imagen de referencia, muchos dirían que armarlo sería un gran reto, ya que al no tener una imagen de cómo tiene que lucir armarlo seria casi imposible.

También estoy seguro del hecho de que por muy bueno que alguno de nosotros seamos armado rompecabezas, ninguno de nosotros lo podríamos armar en digamos en una hora.

Armar un rompecabezas es un proceso que lleva horas o quizás días y/o semanas dependiendo del tipo de imagen que sea; especialmente bajo las circunstancias que les acabo de describir.

Armar un rompecabezas bajo la circunstancia que les describí sería un proceso extenso y difícil; en otras palabras sería un proceso donde nuestra paciencia será esencial. Nuestro caminar cristiano es de igual manera.

La realidad de todo es que nuestro caminar con Cristo es un proceso que en ocasiones se nos hace difícil, y definitivamente es extenso.  Digo esto porque al igual que el rompecabezas, nosotros tenemos un conocimiento básico de cómo armarlo, pero no sabremos como lucirá hasta que no lo terminemos.

Nosotros tenemos un conocimiento básico de lo que Dios quiere y demanda de nosotros. Nosotros sabemos que las cosas no suceden por coincidencia sino por la voluntad de Dios. Esto es algo que queda muy bien declarado en Apocalipsis 4:11 cuando leemos: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” Pero aunque poseemos éste conocimiento, nosotros no tenemos una imagen completa de lo que Dios tiene para con nosotros o en nuestra vida.

Nuestro caminar Cristiano es similar a un rompecabezas; similar en el sentido que si no tomamos el tiempo de poner todas las piezas juntas, si no ejercemos paciencia y determinación, entonces nunca llegaremos al entendimiento de lo que Dios tiene para nosotros, en otras palabras no alcanzaremos ver la imagen completa. No alcanzaremos ver el propósito de Dios en todo.

Añadir elementos esenciales a nuestra fe

Continuando con nuestro estudio leemos: “…vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”.

En estos versículos podemos ver claramente que se nos da una instrucción específica. Aquí vemos que se nos dice a nuestra fe tenemos que añadirle unos elementos esenciales. En otras palabras vemos que se nos dice que nuestra fe tiene que crecer en varias áreas, y más que todo tiene que crecer en la paciencia.

Si queremos recibir las bendiciones de Dios, tenemos que ser pacientes y esperar en Él. Esto es algo que queda bien reflejado en Hebreos 10:36 cuando leemos: “…porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” .

El enemigo vendrá y tratara de confundirnos, el enemigo vendrá y tratara de sembrar dudas en nuestra mente. El enemigo tratara de confundirnos usando diferentes medios o recursos, y hasta tratara de apartarnos de la voluntad de Dios usando a creyentes que quizás no estén muy firmes, o a los que se dejan llevar por impulsos de la carne.

Pero cuando esto suceda tenemos que reconocerle por lo que es, tenemos que reconocer que es una oportunidad que el Señor nos brinda para que ejercitemos y demostremos nuestra paciencia. Es por eso que en Romanos 15:1 encontramos que se nos dice: “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.

En otras palabras tenemos que demostrar nuestra paciencia y ayudarles a que reconozcan el error de sus maneras. Cuando somos pacientes y esperamos en Dios, absolutamente confiando en que Él hará las cosas a su debido tiempo, entonces recibiremos la bendición.

Sé que en ocasiones ser paciente no es nada fácil; yo confieso que de vez en cuando yo puedo ser algo impaciente. A mi también me gustaría ver las cosas resueltas de inmediato, especialmente cuando me toca pasar por una prueba o situación. Ser paciente y esperar en Dios no es algo fácil; como les dije, la mayoría de nosotros queremos las cosas no ahora, sino ayer.

La paciencia de Dios

Queremos las cosas de inmediato, pero preguntémonos: ¿Cómo serían las cosas si Dios demostrara el mismo nivel de paciencia nuestro? ¡Gloria a Dios por su paciencia! Si Dios tuviera nuestra impaciencia éste mundo se hubiese acabado hace ya mucho tiempo. Si Dios tuviera nuestra impaciencia el hombre ya no existiría. Pero, ¿por qué es Dios tan paciente con nosotros?

La razón es porque Él nos ama; el amor es otro elemento esencial que tenemos que añadirle a nuestra fe. Con un solo pensamiento Dios puede destruir éste mundo de maldad, con un solo pensamiento Dios puede desaparecer a toda criatura de ésta tierra, pero Él no lo ha querido así.

Él desea que todos seamos salvos; esto es algo que queda bien claro en 1 Timoteo 2:3-4 cuando leemos: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” Dios puede juzgar al mundo en éste mismo momento, pero Él no lo ha hecho así. Todos aquí estamos gozando de no solo la gracia de Dios, sino también de su infinita paciencia. Dile a la persona que tienes a tu lado: ¡gloria a Dios por su paciencia!.

Cuando somos pacientes, cuando nuestra fe es fortalecida con la paciencia, la Palabra de Dios nos dice: “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”

En otras palabras, lo que Pedro nos esta diciendo aquí es que el pleno conocimiento de nuestro Señor Jesucristo depende de nuestro progreso en la fe, nuestro progreso en la paciencia; nuestro progreso en el amor; éste progreso tiene que ser una cosa constante.

No podemos detenernos en nuestro crecimiento, no podemos dudar, tenemos que perseverar. Cuando perseveramos con paciencia no existe situación que no podamos vencer. Cuando perseveramos con paciencia no existe obstáculo que no podamos superar.

Cuando perseveramos con paciencia no existe barrera que no podamos derrumbar. Ya nunca más estaremos ansiosos, sino esperaremos en Dios. Ya no estaremos sin dar buenos frutos, sino que nuestros frutos serán agradables a Dios.

Para concluir

Nuestra impaciencia puede causar que nos perdamos las bendiciones que Dios tiene para nosotros. No podemos ser impacientes, sino tenemos que confiar en Dios y que Él hará la obra en su tiempo. Ser pacientes en ocasiones es algo difícil, pero cuando esperamos en Dios siempre recibiremos fuerzas nuevas, siempre recibiremos las bendiciones que Él tiene para nosotros.

Es como nos dice la Palabra en Isaías 40:31 cuando leemos: “…pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” cuando esperamos en el Señor, Él nos fortalecerá en todo momento, Él nos ayudará a atravesar esas situaciones difíciles, Él removerá todo obstáculo y derrumbara toda obstrucción de nuestro camino.

Cuando esperamos en Dios, cuando demostramos paciencia, recibiremos la bendición que Él tiene para nosotros en el debido tiempo. Dile a la persona que tienes a tu lado: se paciente.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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